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¿Es TikTok nuestro nuevo laboratorio cultural?

El poder ya no está en el centro, sino en los márgenes. Y son esos nichos los que generan códigos que después el mercado entero tiene que aprender a leer.
jue 04 septiembre 2025 06:02 AM
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TikTok no es solo una red, es un ecosistema donde los símbolos circulan a la velocidad de un scroll. Y esos símbolos (si lo pensamos en términos de capitales sociales, económicos y simbólicos) son la moneda que define qué gana relevancia, señala Ilse Canela.

Cada vez que una red social irrumpe, la narrativa es la misma: se proclama como “el futuro”, mientras unos la usan para entretenerse y otros para menospreciarla. Pasó con Facebook, que reconfiguró la manera de relacionarnos; con Twitter, que se volvió termómetro político; con Instagram, que convirtió la aspiración estética en regla de mercado. Nada de esto es nuevo. Pero TikTok sí introduce algo distinto: se transformó en un verdadero laboratorio cultural.

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Un ecosistema de símbolos

TikTok no es solo una red, es un ecosistema donde los símbolos circulan a la velocidad de un scroll. Y esos símbolos (si lo pensamos en términos de capitales sociales, económicos y simbólicos) son la moneda que define qué gana relevancia. El caso de Stanley lo ilustra: pasó de vender termos de nicho a facturar más de 700 millones de dólares. La explicación fácil: se viralizó. La versión completa: su producto acumuló capitales diversos, se volvió estatus, identidad y aspiración en un mismo objeto.

Lo que realmente cambió

Lo que cambia con TikTok no es la posibilidad de crear contenido, sino la forma en que los significados se validan. Una frase de barrio, una canción improvisada o un gesto mínimo pueden convertirse en narrativa compartida por millones. Se prueban, mutan, se replican y en horas deciden si entran al archivo cultural o si mueren como moda pasajera.

En México, este proceso adquiere un matiz propio: el mexicalismo. Nuestro humor autocrítico, el ingenio para nombrar lo cotidiano y la capacidad de reírnos del poder encuentran en TikTok un terreno fértil. Desde los corridos tumbados hasta los memes de “mi mamá me dijo que…”, lo local viaja a velocidad global porque no está maquillado: es auténtico, irreverente y profundamente humano.

De vender a escuchar

El gran error de las marcas es pensar que TikTok es otro canal de distribución. No lo es. Antes, las empresas empujaban mensajes y medían alcance. Hoy, los consumidores no solo reciben: remezclan, parodian y resignifican. Tu producto puede ser parte de un meme que lo vuelva entrañable o destruirse con una ironía que no perdona.

TikTok no es únicamente un vehículo de crecimiento: es una herramienta de análisis cultural en tiempo real. Permite ver qué símbolos conectan, qué emociones prevalecen y cómo se redefine lo aspiracional. Un insight de TikTok puede anticipar tendencias de consumo mucho antes de que lleguen a un focus group.

El impacto social: microcomunidades que transforman

El algoritmo genera algo inédito: comunidades hipersegmentadas que no se organizan por edad, ingreso o ubicación, sino por afinidad simbólica. #BookTok vendiendo más libros que campañas editoriales; #FinTok educando sobre dinero a una generación que desconfía de los bancos; #MexaTok convirtiendo la ironía local en exportación cultural.

El poder ya no está en el centro, sino en los márgenes. Y son esos nichos los que generan códigos que después el mercado entero tiene que aprender a leer.

Para quienes siguen viendo TikTok como un espacio de bailes y challenges, aquí una guía breve:

1. Rompe la lógica de otras redes. TikTok no distribuye, experimenta.
2. Analiza símbolos antes que métricas. El insight cultural vale más que un millón de vistas.
3. Si parece anuncio, muere. La autenticidad no es opción, es regla.
4. Mide narrativas, no views. La pregunta es: ¿qué se cuenta de ti?
5. Usa TikTok como radar. Lo que explota ahí será la conversación cultural de mañana.

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El idioma del mercado

TikTok es, en esencia, un mercado de símbolos. Y México, con su inagotable capacidad de reírse, improvisar y crear desde la carencia, tiene una ventaja competitiva brutal. Pero si las empresas siguen pensando en TikTok solo como un lugar para “vender más”, perderán lo más valioso: la oportunidad de entender mejor a la cultura que las rodea.

Porque al final, TikTok no es un baile. Es el idioma en el que se escriben las narrativas de hoy. Y quien no aprenda a escucharlas, no solo se quedó atrás: le cedió el mercado a otros.

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Nota del editor: Ilse Canela es Chief Marketing Officer en Solucredit | Cofundadora y CMO en Imagina Lab. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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