El llamado “shutdown” o cierre parcial del gobierno de Estados Unidos está evitando que las agencias federales reciban fondos para operar, lo que obliga a suspender actividades no esenciales dentro del país. Aunque su impacto directo causa interrupciones en operaciones domésticas, suele ser limitado en el corto plazo.
El 'shutdown' en Estados Unidos, una alerta para la resiliencia mexicana

Sin embargo, los efectos pueden acumularse si el cierre se prolonga, provocando disrupciones tanto en el propio Estados Unidos como en sus socios comerciales: menor gasto público, retrasos administrativos, pérdida de confianza e incertidumbre financiera.
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Un shutdown prolongado pudiera impactar su consumo interno, puesto que miles de empleados no reciben paga, desacelerando la demanda del mercado y reduciendo las importaciones de manufacturas mexicanas.
Un cierre largo del gobierno estadounidense, el más largo en la historia han sido 35 días, en el primer mandato de Trump, impactaría su consumo interno, puesto que miles de empleados federales dejarían de percibir ingresos, desacelerando la demanda del mercado y reduciendo la necesidad de importaciones.
La alerta en México pudiera darse a sectores dependientes del comercio exterior, como automotriz, electrónico o agroalimentario.
Aunque los servicios esenciales como aduanas y protección fronteriza siguen operando, un cierre extendido también pudiera generar retrasos en inspecciones, certificaciones o procesos administrativos considerados “no esenciales”, ralentizando el flujo de mercancías.
Esta interrupción, pudiera repercutir en las cadenas logísticas e impactando las exportaciones mexicanas.
La expectativa de que el cierre retrase la publicación de datos clave en Estados Unidos podría influir en las decisiones de la Reserva Federal, aumentando la aversión al riesgo. En ese entorno, los inversionistas internacionales suelen refugiarse en activos considerados seguros, pudiendo presionar al peso mexicano y elevando la volatilidad cambiaria y bursátil, como resultado.
Para las y los empresarios en México que importan insumos dolarizados, esto significaría costos de producción más altos de un día para otro, con efectos invisibles sobre sus márgenes y competitividad.
Esta pausa obligada también puede postergar decisiones de inversión o reubicación de cadenas de suministro por compañías extranjeras que ven con cautela la incertidumbre institucional en Estados Unidos.
En el contexto del nearshoring, México corre el riesgo de perder terreno frente a competidores regionales con cada mes que se retrasa una oportunidad de captar inversión extranjera.
Además, si el shutdown llega a afectar al empleo no esencial, los flujos de remesas podrían reducirse temporalmente, acentuando la desaceleración observada a inicios de año, cuando las remesas cayeron por la pérdida de empleos entre migrantes y el endurecimiento de las deportaciones.
Por encima de estas afectaciones, considero que el verdadero riesgo no es el golpe inmediato, sino la pérdida paulatina de confianza.
Cada cierre político en Estados Unidos recuerda que la interdependencia económica global tiene un costo, que me hace hacer hincapié en que México no debería depender del buen funcionamiento de su principal socio comercial.
México tiene herramientas para blindarse frente a la incertidumbre y ofrecer un refugio relativo ante el caos externo.
Para esto, el país debe mantener su estabilidad macroeconómica (con cuentas fiscales controladas, reservas sanas y una política monetaria coherente), diversificar exportaciones (abriendo espacios a Asia, Europa y América Latina), impulsar el abastecimiento y la productividad interna, así como fomentar alternativas de financiamiento más ágiles para las MiPyMEs (base de la economía mexicana).
En el nuevo orden económico, la resiliencia no se mide al evitar las crisis, sino por la capacidad de operar aun cuando el entorno se detiene.
Como lo he dicho anteriormente, México ya ha demostrado que puede competir; ahora necesita demostrar que puede sostenerse, incluso cuando Estados Unidos está en shutdown.
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Nota del editor: Martín Pustilnick es Co-Founder y CEO de MUNDI , la empresa de servicios de financiamiento y soluciones digitales especializados en comercio internacional para todo tipo de exportadores mexicanos. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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