En Colombia, sólo alquilar una cámara de cine cuesta 15,000 dólares al mes y adicional a esto se deben alquilar lentes y otros accesorios para poder operar. Por cinco meses de operación, sólo por la cámara hubieran tenido que invertir unos 75,000 dólares, más el costo de casting, luces y operación diaria de la serie. En su lugar se usaron tres modelos de Motorola: un Moto Z3 Play, un Moto G7 Plus y un Motorola One Vision.
Dentro de las ventajas que tuvo el uso de este tipo de equipos fue que se pudo grabar en lugares pequeños y prescindir de tener un camarógrafo, un foquista y un asistente de cámara pues lo que se hizo fue brindar una capacitación al staff para que todos pudieran sacar provecho de los equipos y grabar.
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La serie se abrió a México y a varias partes del mundo, y con COVID-19, este tipo de distribución podría ser más fácil, de acuerdo con Muñoz.
“La gente que está más lejos de las capitales está haciendo cine y esto cambia la forma en cómo se evalúan los festivales, lo que abre la puerta a festivales que pueden ser más accesibles para todos los que busquen contar una historia”.
Esta tendencia por hacer festivales más digitales empieza a hacer ruido en la industria, de hecho YouTube, el festival de Tribeca, el festival de Guadalajara y otros, harán el primer festival de cine en streaming, el cual recaudará fondos contra el coronavirus, pero también podría abrir espacio para generar una forma distinta de distribuir y de disfrutar el cine.