Esta semana, todos los ojos volvieron a estar puestos en el mundo de la producción de carne de Estados Unidos. Pero esta vez no tuvo nada que ver con el COVID-19.
Un ataque de ransomware contra el gigante brasileño de los alimentos JBS forzó el cierre de todas las plantas de carne de vacuno de esa compañía en Estados Unidos, unas instalaciones que representan casi una cuarta parte de los suministros estadounidenses. También hubo cierres en Australia y uno en Canadá. De hecho, no hay total claridad de la extensión del impacto global, ya que JBS no ha publicado los detalles.
A última hora del jueves, la compañía anunció que todas sus operaciones ya habían vuelto a su capacidad normal. A pesar de que las interrupciones no duraron mucho, sus efectos se extendieron rápidamente por los mercados de la carne. Los precios mayoristas de la carne de vacuno y de cerdo se dispararon en Estados Unidos, y los futuros del ganado oscilaron bruscamente.