Si bien existe temor respecto a una burbuja financiera en las inversiones en IA de estas compañías, Francisco Jiménez, socio de Bain & Company México destaca que este tipo de tecnologías no tienen utilidad a nivel operacional, al replantear la manera en que funcionan las industrias, lo cual tiene impacto directo en las finanzas.
De acuerdo con el sexto reporte global de Tecnología de Bain & Company, el impulso a la productividad a través del uso de IA generativa puede reducir significativamente la base de costos en diversas funciones de las instituciones y los rangos van alrededor de 20%-30% en servicio al cliente, 15%-25% en riesgo y cumplimiento, 10%-15% en oficinas media y trasera, 10%-15% en marketing, 8%-20% en TI y 7%-12% en recursos humanos. Asimismo, la IA ahora representa una fuerza laboral que incluso puede crear unicornios con 10 personas .
Las startups de IA están en “terrenos burbujosos”
Olea es consciente de que la conversación en torno a una burbuja de IA consta “de varios matices de grises”, pues acepta que hay sectores e incluso acciones en específico (como Tesla por su potencial en la robótica) que parecen estar en ese “terreno burbujoso”, y cita las startups que todavía no tienen una utilidad sobre todas sus inversiones.
La firma dirigida por Sam Altman proyecta gastar alrededor de 100,000 millones de dólares en los próximos años en busca de la IA General, pero depende de Microsoft, Nvidia y otras firmas externas para su financiación. En caso de que dicha inversión se frene en 2026 o 2027, seguiría atada a proveedores costosos y no podría competir.
Si bien para este año espera generar ingresos de 13,000 millones este año y se trata de uno de los crecimientos empresariales más rápidos de la historia, para alcanzar la rentabilidad necesita ingresar 200,000 millones en 2030.
Por otra parte, hay argumentos que hacen desconfiar a los inversionistas en este momento. Uno es la llamada “endogamia de la IA” que, de acuerdo con un reporte de Enguerrand Artaz, estratega la sociedad de gestión de activos La Financière de l'Échiquier (LFDE), tiene a su principal exponente a Nvidia que invierte en varios de sus clientes para comprar sus propios chips.
Todd Castagno, analista de Morgan Stanley, señala que este comportamiento genera "un ecosistema circular de participaciones cruzadas" lo que incentiva "un apoyo artificial capaz de inflar los ingresos y distorsionar las métricas financieras". No obstante, ambos panoramas se encuentran con un mismo problema, las limitaciones que implica la energía y la infraestructura.
El riesgo de la burbuja está en la energía y la infraestructura
En medio del desarrollo de la IA, el crecimiento en el poder de cómputo exige más recursos de energía e infraestructura. Jiménez apunta que las inversiones en torno a centro de datos responden a la necesidad de cumplir con la demanda que implican las tecnologías emergentes, como los agentes autónomos, entre más usos.
Los centros de datos y la energía, mencionan los expertos, están en un cuello de botella. “Dado que la demanda de cómputo de IA supera la eficiencia de los semiconductores, las tendencias requieren aumentos drásticos en el suministro de energía en redes que no han añadido capacidad en décadas”, resalta David Crawford, presidente de la práctica global de tecnología de Bain.
Según datos de BloombergNEF, la demanda de energía de los centros de datos tan solo en Estados Unidos alcanzará los 106 gigavatios (GW) para 2035, un aumento del 36% respecto de la perspectiva anterior, publicada hace siete meses. Este crecimiento refleja, además de la propia demanda de energía, el aumento en el número de instalaciones que superan los 500 megavatios.
Sin embargo, el consumo contrasta con la realidad de la red eléctrica, pues cifras de McKinsey estiman que los centros de datos a nivel mundial requerirán 219 gigavatios de electricidad para 2030.
También hay un reto de capacidad de construcción de infraestructura, complementa Olea, por lo que apunta que la falta de energía y los límites que imponen los recursos naturales son de las razones que pueden desinflar la burbuja de la IA.
En este contexto, el especialista financiero observa un escenario inverso a lo que sucedió con la burbuja de las puntocom, cuando compañías de telecomunicaciones y fondos de capital destinaron miles de millones a construir redes de fibra óptica que el mercado no necesitaba. El resultado fue un exceso monumental de capacidad que quedó sin uso cuando el entusiasmo se evaporó.
La situación actual de la IA es casi el espejo invertido. Hoy existe una demanda tecnológica que crece de forma exponencial, impulsada por modelos más grandes y por inversionistas dispuestos a financiar cualquier promesa de disrupción, pero la infraestructura física que lo sostiene avanza a un ritmo mucho más lento.
La energía falta, los chips avanzados escasean y los data centers no pueden construirse con la velocidad que exige el mercado. En lugar de un exceso, hay un cuello de botella estructural. El riesgo es que la burbuja no se detone por falta de usuarios, como en 2000, sino porque los límites materiales impidan que la narrativa financiera siga expandiéndose.