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OPINIÓN: Una oportunidad para que el origen social no determine la educación

El modelo educativo de Peña Nieto busca resolver varias de las barreras que impiden que los estudiantes puedan desarrollarse plenamente en su educación, independientemente del hogar del que provienen.
jue 16 marzo 2017 09:15 AM

Nota del editor: Mariana Becerra Pérez es investigadora del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) en el área de Desarrollo Social con Equidad. Tiene estudios de Licenciatura en Ciencia Política y Maestría en Políticas Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas de su autor.

(Expansión) — El nuevo modelo educativo para la educación obligatoria presentado este lunes por la SEP, tiene varias cosas que celebrar y otras tantas que merecen nuestra atención.

Da gusto escuchar que el gobierno se tome en serio la educación y reconozca que para lograr una mejora significativa en nuestro sistema educativo se requieren cambios profundos. Este nuevo modelo tomó en cuenta la opinión y preocupaciones de los diversos actores que integran el sistema educativo, los cuales debatieron por meses, por lo que esperemos que no se presenten adversidades en su implementación, sobre todo por parte de los docentes.

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Lo que debemos de celebrar es que la reforma educativa que se planteó a inicios del mandato de Enrique Peña Nieto en 2013, tiene ya un producto concreto que busca modernizar el sistema educativo en cinco grandes ejes: planteamiento curricular ; escuela al centro; formación y desarrollo profesional docente; inclusión y equidad, así como gobernanza del sistema educativo. Este modelo viene acompañado también de una ruta para su implementación, en la cual se detalla las principales actividades a realizar en cada eje: las metas a lograr y las fechas de su implementación.

Este nuevo modelo busca resolver varias de las barreras que impiden que los estudiantes puedan desarrollarse plenamente en su educación, independientemente del hogar del que provienen. Se busca que este modelo sea inclusivo tanto para estudiantes de origen indígena como para alumnos con discapacidad. En México la movilidad social es baja y esto se debe en gran parte a que los estudiantes de estratos socioeconómicos bajos, se enfrentan a diversas barreras que les impide seguir estudiando. Una de ellas es sin duda la necesidad de trabajar a corta edad, la pobreza en millones de hogares impide que los niños estén bien alimentados y puedan tener un buen desempeño escolar. De acuerdo con el Coneval, en 2015, el porcentaje de personas con carencia por rezago educativo fue de 17.9% (21.8 millones de personas), 21.7% por acceso a la alimentación (26.4 millones) y 16.9% por carencia por acceso a los servicios de salud (20.5 millones).

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Otro de los elementos a celebrar de este modelo educativo es la gobernanza del sistema educativo. Las diferencias regionales en nuestro país tanto de cobertura, infraestructura, marginación y calidad, medida por las pruebas Planea y PISA, se distribuyen de manera desigual para todos los niveles educativos en México con importantes diferencias regionales. Es buena noticia que la implementación de este nuevo modelo sea de manera participativa y flexible para tomar en cuenta la diversidad en México en cuanto a las necesidades de cada región. Canadá es un ejemplo de cómo su sistema se adecua a la cultura y necesidades de cada provincia y donde los tomadores de decisiones son directivos y padres de familia de la región.

Son muchos los países que nos llevan ventaja en los logros que han alcanzado en sus sistemas educativos. Las reformas a los sistemas educativos en el mundo toman décadas. Ejemplos como Singapur, China, Japón, Finlandia y Canadá son solo algunos que están cosechando lo que sembraron años atrás. Este nuevo modelo educativo es un gran paso, necesario sin duda. En lo que debemos de poner atención es que su éxito depende del desempeño de diversas secretarías y no solo la de Educación.

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La SEP debe reconocer que para que este modelo educativo tenga el éxito esperado se requiere también mejorar las condiciones socioeconómicas de los hogares donde viven los niños y adolescentes, su acceso a la salud, a la alimentación adecuada, a un entorno seguro etc. Estas condiciones son las que precisamente han llevado a que en México las tasas de deserción a nivel medio superior sean de 14.3%; tengamos más de dos millones de jóvenes entre 15-17 años fuera de la escuela y más de 750,000 niños entre 5 y 13 años trabajando. El que esta tendencia se deje de repetir en los próximos años no depende solo de la SEP sino de que las condiciones socioeconómicas en el país mejoren, sabemos que el bajo rendimiento escolar está asociado a las condiciones socioeconómicas.

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El éxito de este modelo también depende de su continuidad. Es de vital importancia que con el cambio de gobierno en 2018 se mantenga este modelo para permitirle dar frutos en un futuro de por lo menos diez años. Es de esperarse que como diversas políticas públicas, tenga la capacidad de adaptarse e ir cambiando a medida que sea necesario, pero manteniendo su esencia. Los países que han tenido éxito en sus sistemas educativos han sido constantes por décadas en los cambios que han realizado.

La educación es uno de los principales motores que promueven la movilidad social ascendente en nuestro país. Creemos que es importante promover políticas públicas para que el origen social no determine el destino de las personas. Se espera que este nuevo modelo educativo pueda integrar a todos los niños y jóvenes de condiciones socioeconómicas bajas, a los niños indígenas, migrantes y niños con alguna discapacidad para que puedan tener garantizado su derecho a la educación, y que su vida no esté determinada por la situación de su hogar de origen. Que puedan realizarse de una manera plena y justa para así poder contribuir a su desarrollo y al de sus familias, y deje de heredarse la pobreza en México de generación en generación.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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