Factores de presión
Además del precio de los energéticos y los alimentos, se vislumbran otros factores que pueden incidir para que la inflación se mantenga elevada.
Entre dichos elementos se encuentra el aumento de contagios a nivel mundial de coronavirus, lo que ha provocado que regresen medidas de distanciamiento social en algunos países y otras restricciones. Lo anterior se ha traducido en nuevos choques del lado de la oferta.
Otro factor a seguir de cerca, señaló Alejandro Saldaña, tiene que ver con el tipo de cambio, el cual se puede ver afectado por el retiro de los estímulos de la Fed, planeados para este año. “El proceso de normalización monetaria puede llevar a elementos de depreciación cambiaria en países emergentes” y con ello aumento de precios en productos intermedios, dijo.
El economista en jefe de BX+ dijo que el alza al salario mínimo, que lo ubica en 172.34 pesos en la mayor parte del país y de 260.34 en la frontera norte puede encarecer los costos de producción e impactar los precios finales.
Problema estructural
Aunque la inflación general ha estado por arriba de la meta de Banxico desde marzo de 2021, los especialistas coinciden en que todavía no se puede hablar de un problema estructural.
“Para entenderlo de manera estructural, tendríamos que pensar en la permanencia de ciertas distorsiones que generen una nueva condición de la formación de precios, que ya no se pasajera, sino que llegue para quedarse”, dijo el profesor del ITAM, Víctor Gómez.
El índice de precios irá convergiendo hacia la meta de Banxico conforme se normalicen las cadenas de suministro y se termine con los cuellos de botella. “Cuando todo eso desaparezca y veamos cuál será el nivel de inflación en la economía mexicana, es cuando sabremos si efectivamente hay un problema estructural”, agregó.
Si las expectativas de inflación de mediano y largo plazo cambian al alza y se anclan en un nivel superior a la meta de Banco de México, se podrá hablar de un problema estructural, coincidieron Saldaña y Gómez.
Consideraron necesario que se establezca una política económica que genere mayor competitividad y competencia en el mercado; además de brindar mayor certidumbre, pues hay aspectos en los que el gobierno puede fomentar de manera positiva la formación de precios y, así, ayudar a que los precios no sigan subiendo.