"Yo diría que no", dijo el director ejecutivo de Shell, Ben van Beurden. "Tampoco es sabio, ni prudente, ni siquiera responsable, pagar un dividendo si se está seguro de que hay que pedir prestado el dinero".
Las grandes petroleras no tuvieron problemas para pedir prestado para pagarle a sus accionistas durante recesiones anteriores. A lo largo de los años, Shell ha resistido recesiones, guerras, nacionalizaciones y fuertes caídas de precios, manteniendo los dividendos.
Entonces, ¿por qué esta vez es diferente?
Daño duradero
La pandemia de coronavirus ha dado un golpe sin precedentes a la demanda de petróleo a través de los confinamientos globales, y es difícil decir si alguna vez volverá a los niveles de 2019. Shell no espera una recuperación en el consumo o en los precios del petróleo en el mediano plazo, dijo el holandés de 62 años en una entrevista a Bloomberg TV. "Creo que una crisis como esta tiene el potencial de catalizar a la sociedad hacia una forma diferente de pensar”, señaló Van Beurden.
Es un punto de vista que compartió su contraparte de BP, Bernard Looney, a principios de esta semana. A medida que los viajes de negocios son reemplazados por videoconferencias y los empleados trabajan de forma remota, algunos cambios en el comportamiento pueden durar más tiempo, destacó Looney.
Por ello, las tendencias a largo plazo en el consumo de energía que determinan las decisiones financieras de las empresas —como los viajes aéreos— pueden cambiar permanentemente y poner en duda los dividendos de muchas otras grandes petroleras.
“El recorte de Shell también ejercerá presión sobre otras petroleras importantes para que revisen las distribuciones”, dijo Redburn en una nota. La decisión de BP, a principios de esta semana de superar, la recesión con los recortes de gastos y aumentos de deuda habituales “ahora corre el riesgo de parecer imprudente”.
Carga de deuda
Shell no puede echarle toda la culpa al virus. Si bien Van Beurden dijo que el recorte de dividendos fue una decisión inevitable debido a una pandemia imprevista, sus críticos han advertido durante mucho tiempo que la compañía había estado excesivamente apalancada desde que en 2016 adquirió BG Group, un gran productor de gas natural. La junta aprobó una recompra de acciones de 25,000 millones de dólares en julio de 2018, que tensó todavía más el balance de la compañía.