Uno de ellos es José Román, CEO de Nissan Mexicana, quien ha aprendido sobre la marcha a gestionar, desde la ‘sana distancia’, una operación que incluye tres plantas de vehículos, un joint venture con Daimler en Aguascalientes, una financiera de marca, un centro técnico y 15,000 empleos.
“Nadie nos entrena en la universidad o en la escuela de negocios para este tipo de situaciones”, cuenta Román. “Antes de esta crisis no estábamos en el mejor momento para la industria automotriz mexicana: 2019 fue un año bajo en ventas y si a esto ahora le sumas el coronavirus, la volatilidad cambiaria y la caída en los precios del petróleo, nos deja en una situación compleja. Creo que es imposible estar peor. Bueno, aunque siempre dicen que es posible”, añade.
Nissan detuvo sus plantas el 25 de marzo y sus concesionarios cerraron los pisos de venta a principios de abril, luego de que la venta de autos no fue considerada como una actividad esencial. Este apagón, sumado a la desconfianza e incertidumbre generada entre los consumidores y el deterioro de las condiciones económicas de la llamada clase media, dibuja un panorama retador para la marca y para toda la industria, hacia la segunda mitad del año.
“No creo que las marcas, en general, vayamos a salir sin magulladuras. Esto [el paro de actividades debido al coronavirus] nos va a dar algunos golpes”, dice Román. “Obviamente vamos a tener un gran impacto en ventas. En el corto plazo vamos a ver pérdidas muy grandes, con un abril realmente malo y un mayo que también va a estar por el estilo, pero después esto tiene que empezar a acelerar”, añade.
En el último año, la industria automotriz mexicana había mantenido una producción mensual de 300,000 vehículos. Pero durante abril, este volumen cayó drásticamente, hasta las 3,722 unidades, debido al cierre de operaciones de la mayoría de los fabricantes durante marzo. La exportación bajó 90% y las ventas 64.5%, respecto a abril de 2019.
Pese a ello, el directivo de origen ecuatoriano, que tomó la dirección de Nissan Mexicana en julio de 2019, ve en el sector una “industria potente” que será una “pieza clave” para la recuperación económica del país. “Por un lado, porque es un gran empleador y, por el otro, por la capacidad instalada que tenemos. No solo fabricamos autos para vender en el mercado local, sino que exportamos mucho. Y eso genera divisas”, dice.
Pero para que esto ocurra, considera Román, la industria debe reactivarse lo más pronto posible. “No tenemos inventario suficiente para vender, entonces necesitamos que las plantas se reactiven”.
Esta insistencia, que ha hecho eco en todos los directivos y líderes gremiales del sector, obedece a la tímida reactivación en la demanda que están teniendo otros mercados que ya han empezado a abrir sus economías, tras haber alcanzado el pico de contagios de esta primera ola.
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“Tenemos a muchos clientes alrededor del mundo que pronto van a requerir coches. Nosotros no solo producimos para abastecer el mercado local, sino también a otros 80 países desde México”, dice Román.