La Covid-19 fue el fenómeno que vino a acelerar la transformación del mundo físico por uno digital. Todas las industrias se han visto forzadas a digitalizarse para seguir operando en la nueva normalidad, que requiere del menor contacto físico posible.
Esta transformación se aceleró exponencialmente en los últimos 20 años. Tan sólo las empresas del índice S&P500 tienen el 90% de su valor en activos intangibles, esto quiere decir que activos tangibles como terrenos, edificios e inventarios han dejado de representar una parte importante del valor de una empresa y ha pasado a activos intangibles como datos, patentes y softwares.
Alquilar, compartir o aprovechar activos de terceros en lugar de comprarlos ha permitido a las organizaciones escalar fácilmente, pues el gasto que representaba adquirir, conservar y administrar dichos activos tangibles se reduce considerablemente.
Airbnb y Uber son empresas que capitalizan el bien de un tercero al servir de enlace con el consumidor, es decir, no necesitan poseer un sólo edificio, automóvil u hotel para generar ingresos. Aunque la crisis por la pandemia repercutió en ellas por el tipo de industria a la que sirven (turismo y transporte), la realidad es que estas empresas pudieron evitar una caída mucho más profunda al no poseer ningún activo.
El confinamiento provocó que las empresas se replanteen la vieja práctica de contar con activos tangibles como oficinas e inventarios y, en cambio, buscar alternativas para que su equipo opere de forma remota, sin importar donde se encuentre.