Hasta antes de la pandemia, Alejandro creía tener contemplados todos los posibles imprevistos como anfitrión de Airbnb. Debido a que parte de la hipoteca de su departamento en la colonia San Pedro de Los Pinos se pagaba del alquiler de una de las habitaciones, ya sabía que debía tener un ahorro adicional cuando los flujos de viajeros bajaban en septiembre, e incluso se adaptó al breve golpe que resultó en la demanda por la entrada del impuesto sobre el hospedaje en la Ciudad de México.
Pero la pandemia tiró por la borda meses de planeación y ahorros. La cancelación de las reservaciones, que comenzó desde la primera semana de marzo de 2020, que para finales de mes se tradujo en dos meses completos sin un solo huésped. A ello se sumó un golpe de más de 31,000 pesos en reembolsos, dinero que si bien Alejandro no había gastado, tampoco estaba totalmente disponible, pues Airbnb ya había cobrado una comisión de hasta 16% a las reservaciones.
“Para abril me di cuenta de que esto iba para largo. Seguir rentando la habitación me generaba más costos que ganancias”, explica, por lo que logró conseguir un roomie por algunos meses.