La decisión del sector hotelero fue clara desde un inicio: mantener las tarifas en niveles razonables para no provocar una guerra de precios que hiciera más daño que beneficio. Un año después, las compañías demostraron que este mantra se mantuvo en cierta medida, y con una drástica caída de los ingresos, hay poco espacio para bajarlas más e incentivar la demanda.
De acuerdo con un análisis de la tarifa diaria promedio (o ADR, por su sigla en inglés) y de los ingresos por habitación disponible (o RevPAR) de algunas cadenas hoteleras que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, se muestra que mientras los precios cayeron entre 10% y 20% en el segundo trimestre del año pasado, los ingresos se contrajeron hasta en 98%.
Incluso después de estos ajustes, las tarifas promedio se mantienen con disminuciones moderadas –dependiendo del mercado y el segmento–, pero los ingresos se mantienen con caídas de más de 50%.