Del otro lado de la barra, están los bares y discotecas. Helking Aguilar, presidente de la asociación del gremio, detalla que por ahora bares y centros nocturnos se mantienen abiertos en algunas ciudades, como Jalisco, Guanajuato y Quintana Roo, pero aún permaneces cerrados en otras grandes ciudades. En la Ciudad de México, por ejemplo, ya "trabajaban de la mano de las autoridades" para establecer protocolos de reapertura, pero se quedaron en el tintero tras la llegada de la tercera ola de COVID-19 .
Aguilar, quien encabeza la Asociación Mexicana de Bares, Discotecas y Centros Nocturnos (AMBADIC), declara que la industria restaurantera ha sido la ganadora con los cierres de los negocios que él representa. “Los restaurantes son los nuevos bares. (...) Han estado abiertos y recientemente ya empezaron a cerrar en sus horarios habituales, que es la una y media de la madrugada. Tristemente vemos que las únicas restricciones de funcionamiento aún con esta tercera ola, siguen siendo para los bares”, apunta.
Los restauranteros tienen una postura diferente frente a la nueva dinámica de consumo que ha generado la tercera ola de COVID-19. Tanto Manolo Ablanedo, de Fisher´'s, como Emilio Nájjera, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) para la alcaldía Gustavo A. Madero, en la capital del país, coinciden en que las personas que acuden a los restaurantes tienen un bajo consumo de alcohol, el cual está condicionado a la compra de alimentos. Aseguran que el ticket promedio se mantiene por debajo de los niveles prepandemia.
“Nosotros no somos bares, podemos vender alcohol pero sólo con consumo de alimentos... La gente no busca la fiesta (en los restaurantes), sino distraerse un poco. Y aunque estemos en un horario normal de cierre, los aforos en las noches son aún bajos”, puntualiza Nájera.
Hasta ahora, algunos gobiernos estatales han ofrecido a los bares y discotecas operar como "restaurantes" y vender alcohol acompañado de alimentos. Pero el presidente de AMBADIC declara que fue imposible que la mayoría de los locales adoptaran el modelo de cocina debido a la falta de infraestructura y de recursos para costear los cambios que esto requería. De acuerdo con sus registros, solo 25 bares o discotecas lograron ajustar su infraestructura para operar como restaurantes. Fueron las cantinas las que pudieron adaptarse mejor a estos nuevos requerimientos y apelaron al programa Reabre.
“Obviamente, las cantinas están pensadas para dar alimentos, para tener mesas con el servicio de alimentos. Pero, de los bares y las discotecas, desgraciadamente fueron muy pocos los que lograron acceder a créditos para poder adaptar cocinas y mobiliario para poder funcionar como restaurantes”, refiere.