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El mercado bursátil de México es cada vez más pequeño

La poca liquidez, los bajos volúmenes de operación y la falta de interés de las empresas para dejar de ser familiares son los factores que han hecho que el mercado se haga cada vez más pequeño.
vie 04 junio 2021 05:03 AM
(Ilustración. El mercado mexicano se hace más pequeño)
En mayo, Lala anunció su intención de deslistarse de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), acción que puso nuevamente en la mesa el problema del mercado mexicano: es muy pequeño para el tamaño de la economía.

En julio de 2018, con bombo y platillo, la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) comenzó operaciones con una promesa como estandarte: hacer crecer el mercado mexicano, un reto y un pendiente que arrastran —desde hace décadas— todos los participantes. Pero lejos de crecer, se está haciendo más pequeño. Hace 20 años había 172 empresas en Bolsa, hoy hay 145.

Y en los últimos meses, cinco empresas han informado, retomado o concluido su intención de dejar de cotizar en Bolsa: General de Seguros, Bio Pappel, Santander, IEnova y, la semana pasada, Lala. Estas compañías se suman a Grupo Mac’Mac, que desde 2017 busca deslistarse; y a Rassini, que canceló sus acciones en 2019.

“En algún momento se pensó que el tener dos Bolsas era lo que iba a detonar el mercado, pero la verdad es que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) hacía bien su trabajo, y ese no era el problema, ya ha quedado claro”, dice Marcos Martínez, presidente de Grupo BMV.

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Hay algunas compañías que están suspendidas desde hace más de cinco años por no cumplir los requisitos para estar en Bolsa: tener un mínimo de 100 inversionistas y mantener colocado por lo menos el 12% del capital social. Es el caso de General de Seguros, que canceló sus acciones el 31 de mayo. En otras empresas, el problema se debe a la baja operación de compraventa que tienen sus títulos, como BioPappel. En otros casos, el desliste es por un cambio en la estructura de la compañía: sale IEnova y entra Sempra (su matriz) y en el banco Santander, sale México y entra la matriz española. Y también está el caso de Rassini y Grupo Lala —que en 2013 hizo la mayor salida a Bolsa en la historia al levantar 14,055 millones de pesos— y cuyos accionistas controladores (los que tienen la gran mayoría de las acciones) ahora optaron por sacarlas.

Si bien los motivos de cada una son diferentes, y algunos ni se cuestionan, la razón de fondo es la misma: el (bajo) valor que el mercado le da a las empresas.

Los deslistes son “una mala noticia, porque al final del día lo que muestra es que las empresas no están encontrando el entorno económico, financiero y de seguridad para hacerse públicas”, comenta José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.

Para Javier Perochena, director de Relación con Emisoras de BIVA, es un tema de ciclos, al igual que en la economía. “Cuando estamos en un ciclo en el cual las valuaciones están baratas, es más difícil salir y tener OPIs (ofertas públicas iniciales)”. Perochena dice que el motivo de cada emisora obedece a una estrategia interna de la empresa y no a circunstancias del mercado, pero no todos los participantes opinan lo mismo.

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La raíz

Uno de los mayores problemas que destacan los miembros del mercado es la falta de liquidez (la facilidad para comprar y vender acciones). En el mercado existen 145 empresas, de las cuales 35 (24%) son las más líquidas y representan alrededor del 70% del valor total del mercado. Sin embargo, las empresas con poca liquidez, el restante 76% del mercado, se vuelven menos atractivas debido a que están más expuestas a una alta volatilidad: unas pocas operaciones pueden hacer que el precio se dispare o se desplome con rapidez, y vender o comprar sus acciones no es fácil, por lo que el inversionista debe asumir ese riesgo.

“El precio es esa referencia numérica en donde el valor que tiene el propietario en mente y el valor que le pone el mercado, (es decir, la oferta y la demanda) se encuentran. En las empresas líquidas, el punto de encuentro es estrecho, y por lo tanto, poco manipulable. En el caso de empresas las poco líquidas, los valores percibidos se alejan, y por ello, la vulnerabilidad que puede tener el activo en términos de precio es sumamente alto”, explica José Antonio Espíndola, director ejecutivo de Mercados Accionarios de Citibanamex.

Otro de los problemas es el bajo nivel de las acciones flotantes —aquellas que están en manos de los inversionistas que no son controladores— y un volumen de operación muy pequeño, señala Juan Rich, director de Análisis y Estrategia Bursátil de Ve por Más.

Estos elementos tienen un factor de raíz: las empresas mexicanas, incluso las más grandes y que cotizan en Bolsa, “siguen siendo familiares, porque el porcentaje de su capital que está en Bolsa es menor al 20%, y las familias propietarias siguen teniendo el control y tomando las decisiones”, comenta Román Martínez, líder de Transacciones en Asesoría Contable y Financiera de EY.

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Un mercado cojo

El mercado tiene distintos participantes: empresas, casas de Bolsa, inversionistas, reguladores y Bolsas, entre otros. Y hay varios asuntos pendientes que le han dejado incompleto. Desde la perspectiva legal y regulatoria, las normas han estado enfocadas en las empresas, como potenciales emisoras, y se ha descuidado a los inversionistas, especialmente a los institucionales, como las Afores, quienes son los principales inversionistas en el país y tienen el poder de mover la demanda, señala José Antonio Espíndola, de Citibanamex.

En la legislación para el préstamo de valores, en particular para los inversionistas de largo plazo (las Afores), se les permitió el préstamo de valores de renta fija (bonos), pero está prohibido el préstamo de acciones. “Si como Afore tienes estas acciones estacionadas, sería mejor negocio que las pudieran prestar y generar un mercado más profundo para los inversionistas que requieren estrategias de inversión a través de posiciones cortas (pedir prestadas acciones para venderlas a un precio alto y luego comprarlas a un menor precio)”, indica Espíndola.

El especialista añade que el mercado está incompleto porque la figura de los fondos de cobertura, los hedgefunds (que actuarían como prestatarios y las Afores como prestamistas de acciones), es prácticamente inexistente en México (salvo por algunas casas de Bolsa o family offices que actúan como tal), debido a que “tiempo atrás, para efectos de los reguladores y del banco central, los fondos de cobertura no eran bien vistos”.

Del lado de las empresas, siguen los mismos pendientes desde hace décadas, especialmente la falta de institucionalización. Al salir a Bolsa, los datos financieros de la compañía —y muchos 'secretos' de su negocio— deben ser transparentes para que los inversionistas puedan tomar la decisión de comprar o vender sus acciones en función de esa información. “Muchas de las empresas tienen el tamaño, tienen tasas de crecimiento importantes, pero en muchos de los casos lo que les falla es el gobierno corporativo o tener estados financieros auditados de acuerdo a las normas”, dice Perochena.

Además, al estar en Bolsa, se debe tener un departamento de atención al inversionista, explica María Concepción del Alto, directora de la Maestría en Finanzas de EGADE Business School en Monterrey, quien indica que muchas de las empresas de baja bursatilidad no tienen un área especial para los inversionistas, algo que también se castiga en el precio de la acción.

En otros casos, algunas empresas ven complicado el tema de entrar a Bolsa porque no lo consideran como un valor agregado y no están preparadas para iniciar todos los trámites que conlleva, comenta Martínez, de EY. “Una emisión de capital no es sencilla, hay que alinear muchos temas para asegurarse de que está lista: gobierno corporativo, que los resultados financieros sigan las normas contables o contar con un área de relación con inversionistas”, dice el experto. En cuanto al atractivo que ofrece salir a Bolsa para lograr financiamiento a buen costo costo, hay otros canales por los cuales las empresas pueden obtener tasas competitivas.

La falta de cultura financiera también ha pesado en el mercado. A diferencia de Estados Unidos, donde los inversionistas retail (las personas comunes) representan el 50% del mercado, en México no llegan ni al 15%, de acuerdo con Perochena, de BIVA. Su número ha ido en aumento en el último año: en 2020, las cuentas de inversión de personas físicas en casas de Bolsa aumentaron 268%, a 888,321, ante el boom de las plataformas de inversión. Pero el camino aún es largo para que lleguen a ser un jugador importante.

La esperanza muere lo último

La crisis derivada del COVID-19 también golpeó a las Bolsas y a las valuaciones de las empresas, pero el escenario ya empieza a cambiar. Un mayor crecimiento económico se refleja en los movimientos de la Bolsa, “y el hecho de que podamos tener mejores perspectivas, mejora las valuaciones, lo que quiere decir que las empresas pueden recibir más pesos por cada acción que coloquen, y esto puede hacer que crezca el interés de las empresas”, dice Rich, de Ve por Más. Varios analistas y especialistas coinciden con él. De la Cruz, del IDIC, indica que un crecimiento superior a 4% en 2022 y 2023, junto con un entorno de mayor certidumbre y confianza entre la actividad pública y privada, será favorable para el mercado.

Perochena, de BIVA también es optimista. De acuerdo con el directivo, desde que BIVA comenzó operaciones, se realiza un acompañamiento con diferentes empresas (a la fecha más de 250) para que preparen su camino para llegar a Bolsa, con una máxima de frente: “El mercado de valores no es para las empresas grandes, es para que se hagan grandes”.

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