Un mercado cojo
El mercado tiene distintos participantes: empresas, casas de Bolsa, inversionistas, reguladores y Bolsas, entre otros. Y hay varios asuntos pendientes que le han dejado incompleto. Desde la perspectiva legal y regulatoria, las normas han estado enfocadas en las empresas, como potenciales emisoras, y se ha descuidado a los inversionistas, especialmente a los institucionales, como las Afores, quienes son los principales inversionistas en el país y tienen el poder de mover la demanda, señala José Antonio Espíndola, de Citibanamex.
En la legislación para el préstamo de valores, en particular para los inversionistas de largo plazo (las Afores), se les permitió el préstamo de valores de renta fija (bonos), pero está prohibido el préstamo de acciones. “Si como Afore tienes estas acciones estacionadas, sería mejor negocio que las pudieran prestar y generar un mercado más profundo para los inversionistas que requieren estrategias de inversión a través de posiciones cortas (pedir prestadas acciones para venderlas a un precio alto y luego comprarlas a un menor precio)”, indica Espíndola.
El especialista añade que el mercado está incompleto porque la figura de los fondos de cobertura, los hedgefunds (que actuarían como prestatarios y las Afores como prestamistas de acciones), es prácticamente inexistente en México (salvo por algunas casas de Bolsa o family offices que actúan como tal), debido a que “tiempo atrás, para efectos de los reguladores y del banco central, los fondos de cobertura no eran bien vistos”.
Del lado de las empresas, siguen los mismos pendientes desde hace décadas, especialmente la falta de institucionalización. Al salir a Bolsa, los datos financieros de la compañía —y muchos 'secretos' de su negocio— deben ser transparentes para que los inversionistas puedan tomar la decisión de comprar o vender sus acciones en función de esa información. “Muchas de las empresas tienen el tamaño, tienen tasas de crecimiento importantes, pero en muchos de los casos lo que les falla es el gobierno corporativo o tener estados financieros auditados de acuerdo a las normas”, dice Perochena.
Además, al estar en Bolsa, se debe tener un departamento de atención al inversionista, explica María Concepción del Alto, directora de la Maestría en Finanzas de EGADE Business School en Monterrey, quien indica que muchas de las empresas de baja bursatilidad no tienen un área especial para los inversionistas, algo que también se castiga en el precio de la acción.
En otros casos, algunas empresas ven complicado el tema de entrar a Bolsa porque no lo consideran como un valor agregado y no están preparadas para iniciar todos los trámites que conlleva, comenta Martínez, de EY. “Una emisión de capital no es sencilla, hay que alinear muchos temas para asegurarse de que está lista: gobierno corporativo, que los resultados financieros sigan las normas contables o contar con un área de relación con inversionistas”, dice el experto. En cuanto al atractivo que ofrece salir a Bolsa para lograr financiamiento a buen costo costo, hay otros canales por los cuales las empresas pueden obtener tasas competitivas.
La falta de cultura financiera también ha pesado en el mercado. A diferencia de Estados Unidos, donde los inversionistas retail (las personas comunes) representan el 50% del mercado, en México no llegan ni al 15%, de acuerdo con Perochena, de BIVA. Su número ha ido en aumento en el último año: en 2020, las cuentas de inversión de personas físicas en casas de Bolsa aumentaron 268%, a 888,321, ante el boom de las plataformas de inversión. Pero el camino aún es largo para que lleguen a ser un jugador importante.
La esperanza muere lo último
La crisis derivada del COVID-19 también golpeó a las Bolsas y a las valuaciones de las empresas, pero el escenario ya empieza a cambiar. Un mayor crecimiento económico se refleja en los movimientos de la Bolsa, “y el hecho de que podamos tener mejores perspectivas, mejora las valuaciones, lo que quiere decir que las empresas pueden recibir más pesos por cada acción que coloquen, y esto puede hacer que crezca el interés de las empresas”, dice Rich, de Ve por Más. Varios analistas y especialistas coinciden con él. De la Cruz, del IDIC, indica que un crecimiento superior a 4% en 2022 y 2023, junto con un entorno de mayor certidumbre y confianza entre la actividad pública y privada, será favorable para el mercado.
Perochena, de BIVA también es optimista. De acuerdo con el directivo, desde que BIVA comenzó operaciones, se realiza un acompañamiento con diferentes empresas (a la fecha más de 250) para que preparen su camino para llegar a Bolsa, con una máxima de frente: “El mercado de valores no es para las empresas grandes, es para que se hagan grandes”.