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La actitud sospechosa de Irán sobre los ataques a buques petroleros

El canciller iraní Javid Zarif ha buscado hacer creer que los incidentes en el Golfo Pérsico están rodeados de misterio, pero el gobierno de Estados Unidos los responsabiliza. ¿quién tiene la razón?
lun 17 junio 2019 09:49 AM
Antecedentes.
Antecedentes. Irán ha usado el estrecho de Ormuz y las rutas navieras que lo rodean, donde se perpetró el ataque el jueves, 13 de junio, para influir en el mundo.

(CNN) — A Irán le gustaría que el mundo creyera que los ataques contra dos buques tanques en la costa del golfo Pérsico están rodeados de misterio. "Lo que pasó esta mañana es más que sospechoso", dijo Javid Zarif, canciller de Irán, en el primer tuit que publicó tras el audaz ataque en alta mar a unos barcos civiles.

Estados Unidos cree que la cosa está más clara . El secretario de Estado de ese país, Mike Pompeo, culpó categóricamente a Irán con base en "inteligencia, las armas que se usaron, el nivel de experiencia que se necesitó para ejecutar la operación, ataques iraníes recientes contra barcos" y más.

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Más tarde, el Comando Central estadounidense publicó un video; afirman que en él se ve una lancha de la Armada iraní quitando del casco del buque tanque japonés Kokura Corageous una mina que no estalló.

Dejemos a un lado las afirmaciones de ambas partes por un momento y usemos la lógica.

Irán ha usado el estrecho de Ormuz y las rutas navieras que lo rodean (donde se perpetró el ataque el jueves, 13 de junio) para influir en el mundo. En 2008, algunos funcionarios iraníes juraron que impondrían controles al tránsito marítimo en el estrecho si los atacaban. A finales de 2011, Irán volvió a amenazar con bloquear el estrecho en represalia por las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea que afectan sus ingresos petroleros.

Ahora, como Estados Unidos decidió retirarse del Plan de Acción Integral Conjunto, el acuerdo nuclear multilateral que Irán firmó en 2015, Teherán se volverá a enfrentar a sanciones cada vez más severas, a una economía que se derrumba y al debilitamiento del poder de la teocracia.

El estrecho de Ormuz es el lugar al que Irán recurre para obtener lo que quiere y en este momento, lo que quiere es quitarse el yugo de las sanciones internacionales.

Irán recurre rutinariamente a amenazas en estas circunstancias; como ejemplo está su amenaza reciente de retirarse del tratado en poco más de tres semanas . Eso, aunado a los ataques contra cuatro barcos mercantes, hace un mes, provocó que las tensiones se intensificaran y que el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, se reuniera con el líder supremo de Irán.

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El esfuerzo conciliador de Abe incluyó una carta de Trump; sin embargo, Alí Jamenei rechazó la apertura y dijo que Trump es una persona que "no merece que intercambiemos mensajes". Mientras Abe y Jamenei se reunían, los buques tanque estaban bajo ataque en el golfo de Omán.

La intención de Zarif, un diplomático sagaz , era que su tuit despertara en el mundo el temor de que Trump o uno de sus aliados regionales estén buscando pelea. Después de todo, el mundo se estremeció cuando Trump ordenó, en mayo, el despliegue del grupo de combate del portaaviones USS Abraham Lincoln en el golfo Pérsico.

Intento de conciliación.
Intento de conciliación. El primer ministro intentó llevar un mensaje de conciliación en su reunión con el líder supremo de Irán, el aayatola Ali Jamenei.

Para agravar los temores internacionales, Arabia Saudita tiene sus propias disputas con Irán, país al que culpa de respaldar a los rebeldes hutíes de Yemen que periódicamente apuntan misiles balísticos iraníes hacia aeropuertos civiles saudíes. Esta semana, un misil cayó en una terminal del aeropuerto internacional de Abha y dejó 26 civiles lesionados.

Los diplomáticos de la región están nerviosos… y con justa razón.

Recomendamos: Los ataques en Golfo de Omán, ¿afectan los precios del petróleo? Si, a la baja

El poderoso príncipe heredero del reino desértico, Mohamed bin Salmán, inspira temor en sus socios occidentales, quienes ven en él a un joven impulsivo, responsable del brutal asesinato del periodista Jamal Khashoggi .

La pregunta que todos se hacían hace un mes, luego de los ataques contra barcos internacionales en la zona, era si la alianza entre Trump y Bin Salmán desencadenaría una guerra regional, alimentada por las ansias de popularidad de Trump y el deseo de Bin Salmán de destruir a los teócratas expansionistas de Irán.

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Era una pregunta razonable: hubo un ataque contra cuatro barcos mercantes que esperaban a cargar combustible, anclados en el puerto estratégico emiratí de Fujairah. Hubo quien sospechó que se trató de un complot para hacer quedar mal a Irán y provocar la guerra que todos temían.

La ONU concluyó que un "actor estatal" era el probable responsable del ataque. Los saudíes y Estados Unidos dijeron que había sido Irán, aunque no dieron pruebas sólidas . El principal aliado de los saudíes, Emiratos Árabes Unidos, guardó silencio.

En cualquier guerra con Irán, las ciudades costeras de los Emiratos Árabes Unidos, con sus rascacielos resplandecientes y sus elegantes palacios, estarían justo en el frente de batalla. En pocas palabras, tendrían más que perder que su enorme vecino, Arabia Saudita.

Pero a final de cuentas, ni el gobierno saudí, ni sus aliados, ni Estados Unidos, tenían ganas de atacar a Irán.

Eso al menos dio un poco de claridad. Pero hay más.

Lee: Las amenazas de Estados Unidos contra Irán preocupan a sus aliados europeos

El ataque contra esos cuatro buques, hace un mes, no fue un hecho aislado. Unos días después, hubo un ataque contra un oleoducto saudí estratégico. Un grupo rebelde hutí de Yemen, ubicado a cientos de kilómetros de ahí y que cuenta con el respaldo de los iraníes, se adjudicó el ataque.

Cabe destacar que tanto el puerto de Fujairah como el oleoducto saudí son vías alternas al estrecho de Ormuz.

Al igual que con las amenazas de Irán sobre el control del estrecho de Ormuz, el mensaje era que Irán puede atacar todas las rutas petroleras de la región.

Lee: Irán amenaza la nueva época dorada de la economía de EU

El ataque del jueves intensificó dicho mensaje y agravó aún más las tensiones: hubo varias explosiones en los barcos en tránsito, incendios, tripulantes lesionados y evacuaciones.

Al igual que el ataque anterior en Fujairah, el incidente del jueves fue sofisticado y exigió capacidad e intención. Irán tiene ambos: antecedentes de usar vías navieras para el transporte de petróleo en una apuesta por abrir un diálogo mundial y una fuerza militar, los Guardias Revolucionarios, que tiene las habilidades y las herramientas para ejecutar esta clase de ataques.

El problema de que Estados Unidos culpe a Irán de esta clase de ataques es que hasta sus aliados ven a la presidencia de Trump con cierta suspicacia. Y pasa lo mismo con Arabia Saudita.

Pero no por esto la explicación más lógica deja de serlo, aunque eso signifique que haya que examinar el tuit de Zarif bajo la lupa de la política interna iraní.

Zarif no es popular entre los radicales; hace poco renunció pero lo reinstalaron, el país está dividido y no es ilógico que algunos elementos del Cuerpo de Guardias Revolucionarios de Irán actúen sin la venia del gobierno. Sería poco decir que la situación actual es sumamente sospechosa.

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