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137 mujeres han sido asesinadas por su pareja en Francia en 2019

La furia de los críticos se ha despertado por la falta de acciones del gobierno para frenar la crisis de violencia de género en este país europeo, cuya sociedad es "profundamente machista".
lun 25 noviembre 2019 12:51 PM
Símbolo
Desde su asesinato, la imagen de Dibon figura en carteles en túneles edificios y puentes de París, como un símbolo contra la violencia machista.

Saskya Vandoorne

PARÍS- La relación de Marie-Alice Dibon y Luciano Meridda empezó con poesía.

Se conocieron en un taxi en París en 2004. Dibon, que entonces tenía 38 años, era especialista en cosmética y farmacéutica; dividía su tiempo entre Silicon Valley y París y le dio curiosidad el material de lectura de su conductor: un libro de poesía. Meridda, que entonces tenía 51 años, le contó que le entusiasmaba la literatura y Dibon quedó cautivada.

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"Siempre estaba leyendo, tratando de cultivarse más, de ser más entendido. Y ella en cierta forma lo respetaba y lo admiraba por eso, supongo", cuenta a CNN Hélène de Ponsay, hermana de Dibon.

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Las cosas avanzaron rápido. A las pocas semanas de haberse conocido, se mudaron a un departamento en Courbevoie, a las afueras de París.

La hermana de Dibon cuenta que al principio de su relación, parecían felices. Pero cinco años después, Meridda reveló un lado más sombrío y se volvió cada vez más posesivo y manipulador.

De Ponsay recuerda una vez que fue a ver a su hermana, en 2014, y se quedó muy preocupada.

"Fui a su casa un día a tomar un café y el día estaba terminando; ella entró en una especie de pánico porque no había comprado pan. ¿Qué clase de mujer feminista haría eso? Ella era feminista", cuenta De Ponsay.

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Dibon también descubrió que Meridda había mentido sobre su pasado.

"Mintió sobre que era soltero, ¡pero era casado! Mintió sobre que no tenía hijos, ¡pero tenía hijos!", dijo De Ponsay.

A lo largo de la siguiente década, Dibon trató de terminar con Meridda varias veces, según cuenta su hermana. Pero le resultaba muy difícil. Él solía recurrir al chantaje emocional y dejaba de comer para convencerla de que se quedara.

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"Probablemente ella se sentía un poco responsable de su salud mental. Le preocupara que se hiciera daño", cuenta De Ponsay.

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La mañana del 22 de abril, unos 15 años después de que se conocieran y dos días después de que ella tratara de dejarlo de una vez por todas, encontraron el cuerpo de Dibon metido en una maleta, flotando en el río Oise, en los suburbios de París.

La Policía de Versalles señaló que Meridda la drogó y luego la asfixió. Él estuvo huyendo durante dos semanas y luego se suicidó.

Dibon es una de al menos 137 mujeres que han muerto en Francia a manos de su pareja en 2019, según los grupos activistas. El año pasado, la cifra fue de 121, según el gobierno. El que el país no haya enfrentado la crisis ha despertado la furia de los críticos, quienes dicen que Francia tiene un problema de misoginia, y provocó que el gobierno abra un debate nacional sobre la violencia doméstica.

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El sábado, 23 de noviembre, unas 35,000 personas vestidas de púrpura marcharon en las calles de París para protestar contra los feminicidios y la violencia contra la mujer, de acuerdo con un vocero de la Policía de la Prefectura de París.

Decenas de miles de activistas y familiares de algunas de las víctimas se sumaron a las protestas en otras ciudades de Francia. Nous Toutes, uno de los grupos que convocó a las protestas, tuiteó que alrededor de 150,000 personas protestaron en toda Francia.

La marcha se llevó a cabo dos días antes de que el gobierno francés anunciara nuevas medidas tras una consulta nacional sobre violencia doméstica.

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De Ponsay dijo que había esperanza de que por fin escuchen los llamados de los activistas.

Francia "sigue pensando que las mujeres les pertenecen a los hombres"

Desde que murió, el nombre de Dibon figura en carteles en túneles, edificios y puentes de París gracias a Camille Lextray, miembro del grupo feminista Collages Feminicides.

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Su objetivo es dar visibilidad a las víctimas de feminicidio: el asesinato de mujeres por ser mujeres. Los casos, en los que el perpetrador suele ser hombre —la pareja o la expareja—, involucran amenazas y abusos constantes, según la Organización Mundial de la Salud.

"Es para subrayar el hecho de que hay un problema en Francia: seguimos pensando que las mujeres les pertenecen a los hombres", dijo Lextray a CNN mientras preparaba cuidadosamente el pegamento para un cartel que pegaría en el Palais de Justice hace unas semanas.

Marlene Schiappa, ministra de Equidad de Género de Francia, cree que la culpa es, en parte, de la cultura.

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"Creo que la sociedad francesa es profundamente sexista y es difícil hacerla evolucionar", dijo a CNN. "Con el gobierno, trato de ganar una batalla cultural contra el sexismo y la misoginia, pero es verdad que es muy difícil".

Luego de la indignación del público por el problema creciente de los feminicidios en Francia, el gobierno del presidente Emmanuel Macron ha tomado varias medidas para resolverlo.

"Las mujeres francesas han estado enterradas bajo nuestra indiferencia", dijo el primer ministro, Edouard Philippe, en septiembre, luego de revelar una serie de medidas para combatir la violencia doméstica.

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Philippe destinó cinco millones de euros (unos 107 millones de pesos) a sumar más de 1,000 albergues de emergencia para mujeres víctimas de violencia doméstica. También instó a que se crearan fiscalías y tribunales especializados para manejar los casos de violencia doméstica con mayor rapidez, así como auditar el procedimiento policial para dichos casos.

En la mañana anterior al discurso de Philippe, Macron visitó un centro de atención telefónica para la violencia doméstica y escuchó varias llamadas. Una de ellas fue de una mujer de 57 años, quien trató de denunciar a su esposo violento porque amenazó con matarla. También le pidió a un policía que la ayudara a recoger sus pertenencias de la casa en donde todavía vive el agresor. El agente se negó con el argumento de que "no es parte del procedimiento penal".

Estaba equivocado. Según la Policía Nacional, el Código Penal francés dicta que la Policía está obligada a darles seguimiento a las denuncias presentadas. El incidente suscitó que la Policía abriera una investigación.

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"La forma en la que se manejó la solicitud de esta víctima es totalmente deficiente", dijo un vocero.

"La omisión de escuchar y la renuencia repetida a ir se opone diametralmente a las reglas relativas a la recepción de las víctimas y al cuidado de las mujeres en dificultades".

En una revisión de 88 casos de asesinatos maritales o de intentos de asesinato de parejas y ex parejas se determinó que en el 65% de los casos se alertó a la Policía, según un informe que publicó el Ministerio de Justicia de Francia hace unas semanas.

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Julie Douib pagó muy cara la inacción de la Policía. Su ex pareja la mató en marzo, luego de disparar dos balas a su casa en Córcega.

Un par de días antes, la mujer de 34 años alertó a la Policía de que su ex pareja tenía un arma de fuego. Su padre, Lucien Douib, dijo que Julie lo había denunciado con la Policía al menos cinco veces.

"Nos escucharon, pero no hicieron nada", cuenta Douib a CNN. "Cada vez teníamos que hablar con una persona diferente. Si la Policía hubiera protegido a mi hija, estaría viva hoy".

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El primer ministro Philippe habló específicamente del caso de Julie Douib en septiembre.

"Los retrasos en el manejo de los casos de violencia doméstica suelen ser insoportables. La presentación de la denuncia no solo no protege a la víctima, sino que suele ser el momento en el que la víctima se expone más", señaló.

"Julie Douib, a quien su pareja mató el 3 de marzo, presentó varias denuncias. Su padre, Lucien Douib, también presentó varias denuncias. Pero como su esposo no la había matado todavía pese a sus amenazas, y pese a la regularidad con la que ella presentaba certificados médicos, no le quitaron el arma".

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Cuando CNN la contactó, la fiscalía de Bastia, Córcega, señaló que no hablaría de una investigación en curso.

El idioma francés es "una herramienta de dominación masculina"

Caroline de Haas, una de las promotoras del grupo feminista de presión Nous Toutes, reconoce que las corporaciones de justicia deben hacer más, pero también señala que se necesita un gran cambio cultural.

Ella acusa que parte del problema surge del Código Napoleónico de 1804, en el que se señala que las mujeres son inferiores a los hombres, lo que sienta las bases de la desigualdad de género.

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"Viene de una larga, larga, larga historia de dominación [masculina] en Francia", dijo De Haas a CNN.

El idioma francés en sí es una herramienta de dominación masculina, de acuerdo con De Haas. La gramática francesa le da precedencia a la forma masculina de un sustantivo sobre la femenina.

"Si tienes cien mujeres (sustantivo femenino) y un gato (sustantivo masculino), dices la palabra (el pronombre "ellos") en masculino. Cien mujeres y un gato. La forma masculina es superior. ¡Es una locura!".

Los grupos feministas han presionado para cambiar la estructura del idioma francés a favor de una versión más incluyente, neutra en cuanto a género. Sin embargo, la Academie Française, la máxima autoridad del idioma en Francia, ha señalado que los textos neutros son una "aberración" que pone al francés en "peligro mortal" porque "crea una confusión que raya en lo ilegible".

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El lenguaje que se usa en los medios también es importante, según algunos grupos activistas que buscan crear consciencia sobre la violencia doméstica.

La expresión crime passionnel ha socavado desde hace mucho los esfuerzos para resolver el problema, de acuerdo con Lea Lejeune, del grupo femenil de periodistas Prenons La Une (tomemos la primera plana).

Lejeune dijo que cuando los periodistas hablan de feminicidios con términos tan pasionales, se dota al asesinato de romanticismo. "Implica que como estabas tan enamorado, puedes matar alguien".

Lejeune agregó que los titulares sensacionalistas pueden transmitir el mensaje equivocado.

"Él lastimó a su esposa porque no le gustó la sopa que ella le preparó", dijo Lejeune mientras leía artículos de internet en voz alta. En otro artículo se habla de un hombre borracho que "entró en la habitación equivocada, con la mujer equivocada" en un caso de violación.

"Con Prenons La Une también publicamos herramientas para que los periodistas mejoren la forma en la que hablan y escriben sobre la violencia contra la mujer", dijo Lejeune.

En los pasados dos años, el diario nacional francés Libération ha dado prioridad a la cobertura de feminicidios y ha llevado a cabo una investigación profunda sobre los asesinatos que se han cometido a partir de 2017.

Gurvan Kristanadjaja fue parte del equipo de investigación. Dijo que los periodistas no deberían caer en la trampa de transformar estas historias en anzuelos para los internautas. Por eso, agregó, se ha esforzado más por analizar el lenguaje que se usa y los titulares destacados que exacerban el problema y contribuyen al clima de impunidad.

"En algunos artículos lees: 'Mató a su esposa porque no soportaba la idea de dejarla ir'. ¿Pero eso qué significa? Una vez más, se justifica la idea de la posesión", explicó Kristanadjaja a CNN.

"Se le iba su juguete"

Más que nada, la posesividad es lo que llevó al asesinato de Marie-Alice Dibon, de acuerdo con Hélène de Ponsay.

"Ya saben, se le iba su juguete. Entonces él prefirió romperlo que dejar que alguien más jugara con él", dijo De Ponsay mientras miraba fotos de ella y su hermana cuando eran niñas.

"Es devastador y vergonzoso que esto pueda pasar. Es un gran desperdicio. Es desperdiciar la vida de toda una familia", agregó, con sus ojos azul pálido llenos de lágrimas.

Hoy, De Ponsay es activista de la Unión Nacional para las Familias de las Víctimas de Feminicidios; usualmente relata la historia dolorosa de la muerte de su hermana con la esperanza de que obligue a Francia a encarar su problema de feminicidios y el problema más amplio de la violencia doméstica.

"El feminicidio es tan solo la punta del iceberg, la consecuencia de algo más grande. Y este algo más grande solo puede cambiar si la cultura cambia", dijo De Ponsay.

Barbara Wojazer y el periodista Sam Bradpiece, de CNN, contribuyeron con este reportaje.

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