En este mejor de los escenarios, las consecuencias económicas son graves, de todos modos. China reabre la actividad, pero las cadenas de suministro tardan en tomar velocidad durante todo el segundo trimestre. Siempre según McKinsey, Estados Unidos y Europa entran en recesión, como consecuencia de las cuarentenas y las restricciones de movimientos que congelaron la mayoría de los negocios. Crece el desempleo, caen los mercados, suben las quiebras de compañías.
El segundo escenario es el de la recuperación prolongada.
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En esta opción, el coronavirus no sufre ningún efecto estacional y continúa su expansión, colapsando los sistemas de salud en muchos países y causando muchas muertes en los más pobres y poblados. Europa y Estados Unidos no logran comenzar a contenerlo hasta junio, pero en otoño el virus muta y resurge en muchas partes del mundo, dando lugar a nuevas restricciones al movimiento de la población.
Como resultado, la recuperación económica se malogra durante todo 2020, las recesiones de Europa y Estados Unidos se agravan más aún y las empresas de numerosos sectores entran en números rojos. El sistema financiero sufre, pero no corre riesgo sistémico debido a la buena capitalización bancaria que existe en la actualidad.
En ambos casos, hay dos certezas: el virus se contendrá y la economía sufrirá.
México tal vez se salvará de lo peor de la pandemia, pero no se librará de las consecuencias económicas. Este martes, Credit Suisse recortó la estimación del PIB de México a una caída del 4%, ante la caída de la producción industrial, el sector servicios y los precios del crudo.