De acuerdo con informaciones de la prensa local, las principales pandillas, la Mara Salvatrucha (MS13) y Barrio 18, que poseen unos 60,000 miembros, ordenaron a los pobladores de las zonas que controlan respetar el confinamiento bajo amenazas de muerte.
El Gobierno también decidió aglutinar el domingo a miembros de pandillas rivales en celdas comunes en un intento por cortar la comunicación entre sus integrantes.
Bukele ordenó el viernes el confinamiento de todos los pandilleros, enviar a los cabecillas a encierro solitario y suspender todas las actividades en las prisiones.
Durante el fin de semana, las autoridades realizaron además requisas en al menos cinco cárceles. En todo el sistema de cárceles están recluidos unos 12,862 pandilleros, informó la Dirección de Centros Penales.
Las pandillas, un fenómeno considerado como herencia de la guerra civil (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de pandilleros de Estados Unidos, han resistido a diferentes planes de seguridad de encarcelamiento masivo, confrontación directa y diálogo de los últimos cuatro gobiernos.
Debido, especialmente, al accionar de esos grupos, El Salvador es considerado uno de los países más violentos del mundo por sus altas tasas de homicidios, mismas que se han reducido paulatinamente desde 2015 con 103 por cada 100,000 habitantes hasta un índice de 36 en 2019.