Además, esta decisión no entorpece la continuación de los ensayos clínicos sobre el uso de ese medicamento contra esa enfermedad.
Donald Trump puso grandes esperanzas en la hidroxicloroquina, cuya eficacia contra el COVID-19 nunca fue demostrada con argumentos rigurosos.
"Hay una buena posibilidad de que pueda tener un gran impacto. Sería una bendición si funcionara", había señalado el magnate.
El propio presidente republicano más tarde se sometió al tratamiento preventivo con hidroxicloroquina durante dos semanas.
Varios estudios han puesto en tela de juicio la efectividad de la hidroxicloroquina, como el publicado el pasado 22 de mayo por la prestigiosa revista británica The Lancet, con datos de cientos de hospitales y que involucró a 90,000 pacientes hospitalizados por infección con coronavirus de todo el mundo.
Ese informe determinó que quienes recibieron hidroxicloroquina, o el compuesto relacionado cloroquina, tenían un riesgo de muerte significativamente mayor que quienes no recibieron el tratamiento.
Días después de la publicación del estudio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció que detenía temporalmente los ensayos clínicos con hidroxicloroquina enmarcados en su ensayo Solidarity.
Sin embargo, poco después, tres de los cuatro autores de ese estudio decidieron retractarse por las "varias preocupaciones con respecto a la veracidad de los datos y análisis" presentados en el documento.
Francia, donde un controvertido médico, el profesor Didier Raoult, defendió y destacó la hidroxicloroquina, prohibió su uso el 28 de mayo en el tratamiento contra el coronavirus.
Con información de AFP y EFE