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Israel regresa al confinamiento por el coronavirus a pesar de las protestas

El país vuelve a cerrar sus tiendas, restaurantes y playas ante un segundo brote de COVID-19, lo que debilita la imagen del primer ministro, Benjamin Netanyahu.
vie 17 julio 2020 10:46 AM
Noches de protesta
El mal manejo de la pandemia, le ha costado al primer ministro noches de protesta en contra de medidas más estrictas, aunque los casos siguen subiendo.

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se enfrenta a críticas cada vez más virulentas debido a la resurgencia en el país de la epidemia de COVID-19, que este viernes impulsó al gobierno a restablecer restricciones.

Para "evitar un confinamiento general debido al fuerte aumento de la morbilidad vinculada con el coronavirus", la oficina del primer ministro y el ministerio de Salud anunciaron que la mayoría de los comercios no esenciales y lugares públicos deberán cerrar este fin de semana (viernes y sábado en Israel), y ello hasta nueva orden.

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Entre los comercios que se consideran esenciales están las tiendas de comestibles y de productos higiénicos, farmacias, ópticas y negocios de telecomunicaciones pero, por el momento, no habrá restricciones al movimiento de personas, más allá del cierre ya instaurado en los barrios más afectados por la pandemia.

El resto de negocios y otros espacios deberán cerrar, incluidos los mercados al aire libre, centros comerciales, salones de belleza, peluquerías, librerías, museos, zoológicos y las piscinas o atracciones turísticas. Además, a partir del próximo fin de semana, las playas también se clausurarán para evitar aglomeraciones de bañistas.

Tampoco podrán abrir (ningún día) los clientes excepto para servir a domicilio, ni los gimnasios (que fueron reabiertos esta semana), a excepción de aquellos en los que entrenan atletas profesionales.

Las reuniones estarán restringidas a veinte personas en espacios abiertos y diez en lugares cerrados. De acuerdo con el diputado Ofer Cassif de la Lista Unida, alianza de partidos árabes y comunista esta medida es una decisión "política" para impedir las manifestaciones.

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En las oficinas públicas, las plantillas presencial se reducirá al 50%, y cerrarán los comedores para empleados.

El peso sobre Netanyahu

Netanyahu ha tenido que enfrentarse a muchas otras crisis, pero parece esta vez tambalearse ante la generada por la pandemia.

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Según un sondeo esta semana de la cadena 13, el 61% de los electores están "descontentos" ante su gestión de la epidemia.

Se trata de un cambio brusco, ya que las medidas muy estrictas adoptadas al inicio de la crisis le valieron al primer ministro un alza de su popularidad.

Según el centro de investigación Israel Democracy Institute (IDI), el apoyo a Netanyahu pasó de 57.5% a 29.5% entre abril y julio.

Igual que otros dirigentes, el primer ministro israelí ha tenido que navegar entre la necesidad de volver a abrir la economía, evitando al mismo tiempo un rebrote del virus.

Pero no consigue ni lo uno ni lo otro: la propagación se vuelve a producir y las protestas contra las dificultades económicas se multiplican, pues el desempleo ha pasado de 3.4% en febrero a 23.5% en mayo (27% en abril).

El sábado, miles de personas se manifestaron en Tel-Aviv. El martes hubo enfrentamientos delante de la residencia de Benjamin Netanyahu en Jerusalén.

Éste ha hecho su mea culpa debido a la reapertura demasiado rápida de la economía, que ha disparado el número de contagios. Israel roza los 2,000 nuevos positivos diarios, cifra que se puso de límite para volver al cierre total.

Para apaciguar el enfado social, el primer ministro anunció un plan de 90,000 millones de shekels (25,500 millones de dólares) que incluye ayudas para "todos los ciudadanos".

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Para Dan Ben David, profesor en la universidad de Tel Aviv, Benjamin Netanyahu es responsable de los errores en la gestión de la crisis, que evidencian su negligencia en sus 11 años de mandato.

"Al primer ministro no le importaba realmente la política interna" afirma el profesor, y agrega que la prioridad fue otorgada durante años a la seguridad, a la diplomacia y a la macroeconomía.

Las principales decisiones durante la crisis no fueron tomadas por el ministerio de Salud, sino por Benjamin Netanyahu, entonces ocupado con su proceso por corrupción y su proyecto de anexionar zonas de Cisjordania ocupada, según los expertos.

Son crecientes los llamados para que el gobierno nombre a un responsable de la lucha contra el coronavirus. Pero según varios analistas, Netanyahu se resiste ya que ello otorgaría poder a otra personalidad.

El país, con nueve millones de habitantes, culminó a fines de mayo con una rápida reapertura su salida de una primera fase del virus más bien suave.

Entonces registraba un total de 17,000 casos y 285 muertos, pero su desescalada acelerada derivó en otra oleada más dura y hoy registra un acumulado de más de 46.000 contagios y 384 muertos, con una tendencia que sigue al alza y con 200 personas hospitalizadas en estado grave.

Con información de AFP y EFE

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