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¿Por qué España vuelve a ser el país europeo más afectado por el COVID-19?

Una segunda ola de contagios de coronavirus ha golpeado a este país tras un desconfinamiento de verano, que dejó atrás una de las cuarentenas más estrictas del mundo.
vie 11 septiembre 2020 05:04 AM
Sector dañado
El turismo es uno de los motores de la economía española —representa un 10% del PIB— y depende mucho de los meses de verano.

MADRID- España vuelve a la pesadilla que nunca acabó. El país ibérico, el primero de Europa por número de infectados por COVID-19, está atrapado en una dolorosa segunda ola de contagios después de un verano de reapertura que dejó atrás a uno de los confinamientos más estrictos del mundo.

Y es que España ha regresado en las últimas semanas a cifras en torno a 9,000 nuevos casos por día tras experimentar un progresivo descenso que inició a finales de marzo y duró hasta mediados de julio. De los 9,181 nuevos contagios del 27 de marzo, pasó a 543 el jueves 9 de julio, 852 el viernes 10 y cero el sábado 11. Es a finales de ese mes cuando los datos comenzaron a escalar drásticamente.

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El descenso y repunte coinciden con el inicio y fin del Estado de Alarma que aprobó el gobierno del presidente Pedro Sánchez. Entre el 14 de marzo y el 21 de junio se prohibió pasear, correr o ir al trabajo. Sólo se pudo salir para comprar, sacar al perro, ir al hospital o trabajar en sectores esenciales.

El descenso de nuevos contagios fue evidente, pero el golpe económico también. El PIB español se desplomó un 18.5% en el segundo trimestre en comparación con el primero de 2020, la mayor contracción que ha sufrido un país europeo. Primero en contagios y en hundimiento económico.

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La reapertura fue tan repentina como el confinamiento. El 21 de junio terminó el Estado de Alarma y se levantaron casi todas las restricciones de movilidad. Bares, restaurantes y discotecas reabrieron.

Las actividades de grupo volvieron a permitirse y muchas familias aprovecharon para reunirse y pasar juntas las vacaciones. El objetivo de los ciudadanos era disfrutar del buen tiempo en compañía.

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El turismo es uno de los motores de la economía española —representa un 10% del PIB— y depende mucho de los meses de verano. Millones de extranjeros y españoles inundan cada año la costa en búsqueda de sol, descanso y pasarla bien. Pero 2020 es diferente

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“Las cosas no van bien”, advirtió ya el 27 de julio Fernando Simón, el portavoz del gobierno para la pandemia, el homólogo español de Hugo López-Gatell. Simón alertó entonces que el 32% de los rebrotes estaban relacionados con el ocio, las discotecas y las reuniones familiares.

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Los nuevos contagios ya rondaban los 2.000 al día a finales de julio. La pendiente volvía a empinarse.

Empezó agosto y un DJ fue grabado en vídeo escupiendo alcohol al público en un club nocturno en Málaga. En las imágenes se veía a jóvenes sin cubrebocas y sin mantener sana distancia. El local fue clausurado y dos semanas después se ordenó que todos los bares cerraran a la 1 de la mañana.

Ahora, los jóvenes son el grupo más afectado. Las personas de 15 a 29 años representaban en agosto el 25.2% de los contagios, cuando que eran sólo un 6.1% de los positivos a comienzos del verano.

Otro factor que ha disparado el número de casos ha sido la temporada agrícola en la comunidad Aragón. Y es que miles de agricultores, muchos de ellos inmigrantes indocumentados, llegaron a esta región del noreste de España al comienzo del verano para recoger fruta o trabajar en mataderos.

Los agricultores y ganaderos han sido criticados por no dar un hospedaje adecuado a los trabajadores extranjeros, por lo que se amontonaron en campamentos improvisados que no cumplían con los requisitos mínimos de salubridad. Esta situación contribuyó a la propagación del virus por Aragón.

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Otro problema es que actualmente la mitad de los contagiados no presenta síntomas. Cerca del 47% de las personas con PCR positiva son asintomáticos. Esto es negativo porque hay personas con COVID-19 y no lo saben, pero también es positivo porque significa que en muchos casos la enfermedad es leve.

Los contagios diarios han subido también porque se hacen más test PCR. España ha pasado de realizar 20,000 PCR diarias a unas 75,000 en las últimas semanas, En total, van casi 10 millones de test realizados.

Más tests ayudan a una pronta detección de contagios, lo que sirve para frenar la expansión del virus. Las instituciones también han contratado a los llamados ‘rastreadores’ que se encargan de dar seguimiento las personas que han estado en contacto con enfermos de coronavirus.

Otra noticia positiva es que sólo un 5.5% de los infectados han fallecido. Cerca de 554,143 personas se han contagiado y 29,699 han muerto. En México, el 10.6% de todos los casos de COVID-19 fallecieron.

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La gran pregunta es si España volverá a decretar el Estado de Alarma. La medida resultó ser muy efectiva, pero el impacto económico fue duro y, como consecuencia, la tasa de desempleo subió al 15.5% en julio.

El gobierno no contempla un nuevo Estado de Alarma generalizado, por el momento. La coalición de izquierda que forman PSOE y Podemos tendría muy difícil conseguir el apoyo de los partidos de oposición, sobre todo del PP y del ultraconservador Vox.

La intención del presidente Sánchez es que las comunidades autónomas puedan decretar un periodo de confinamiento en sus territorios para atacar la problemática a nivel regional.

En ese sentido, el gobierno de Andalucía ha anunciado esta semana restricciones en la provincia de Málaga y ha limitado los eventos sociales como conciertos.

Pero la gran polémica ha sido la vuelta al curso escolar que comenzó a inicios de septiembre. Las clases fueron suspendidas durante 16 semanas tras la aprobación Estado de Alarma, pero en esta ocasión se permitirá que los menores y los profesores regresen a las aulas en un intento de recobrar la normalidad.

Si se detectan casos positivos, los gobiernos regionales pueden decretar el cierre de colegios.

Mientras tanto, el número de fallecidos por día va en aumento. En septiembre ha habido días con picos de 130 y 78 muertos en 24 horas, datos similares a los de mayo y junio. España señala el aspecto que tomará la segunda ola, una evolución que Europa observa con atención.

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