Pero los fiscales, conscientes del clima político extremadamente tenso, van a pensar dos veces antes de pedirle que rinda cuentas.
"Nadie va a precipitarse", subrayó Daniel Richman, exfiscal y profesor de Derecho de la Universidad de Columbia. "La última cosa que queremos es que el proceso (judicial) sea utilizado, o percibido como que es utilizado, como un instrumento político", subrayó.
"Hay dos escuelas", subraya Roberta Kaplan, una abogada a cargo de tres demandas civiles contra el ex presidente. "Yo soy de la escuela que piensa que no debemos prohibir que se haga justicia por miedo de arrojar aceite al fuego: si no actuamos para decir claramente que los pilares sobre los cuales descansa el país se aplican a todo el mundo, presidente o no, pienso que corremos peligros bastante mayores”.
Para Gloria Browne-Marshall, profesora de Derecho en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), Trump en el banquillo de los acusados sería "un desenlace lógico", "un escenario a la Al Capone", el legendario gánster de los años '20 finalmente condenado en 1931 por evasión fiscal.
Pero aunque cree probable su inculpación antes del fin del actual mandato del fiscal Cyrus Vance en noviembre, no apostaría a que habrá un proceso o una condena.
Con millones de simpatizantes potencialmente dispuestos a financiar su defensa, Trump podría contraatacar con sus propias demandas judiciales y hacer que los dossiers se arrastren "durante años", dijo.
Eso obligaría a los fiscales —funcionarios electos que dependen del dinero de los contribuyentes— a movilizar recursos considerables para dar la batalla, añadió.
Bennett Gershman, ex fiscal y profesor de la Universidad Pace, apuesta asimismo que Vance inculpará a Trump.
"Si volviera a hallarse frente a un jurado sería un verdadero circo, sería increíble", dijo. "Nunca hemos visto una cosa así”.
Con información de AFP y EFE