Además, lamentablemente para Michaeli, el mercado, al igual que otros similares en Tel Aviv, Jerusalén y en todo el país, es territorio del Likud, el partido de derecha del primer ministro, Benjamin Netanyahu.
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Posiblemente ninguno de los asesores de Michaeli pareció acordarse de eso, y la candidata —una feminista dura y controvertida, una ex periodista que propone "cancelar" la institución del matrimonio— debió soportar ser "acusada" por puesteros y compradores de "lesbiana" y "basura", en escenas que fueron capturadas y difundidas por los principales diarios en sus sitios de internet.
Para el postre, en un tono más divertido, uno de los vendedores de frutas y verduras anunció en voz alta, delante de Michaeli, y entre las risas de los pasantes: "¡Atención! ¡Aquellos que el martes voten a Bibi (Netanyahu) tienen hoy en mi puesto un 30% de descuento!”.
Es que, para muchos en Israel, Avodá, el heredero del mítico partido Mapai del fundador de la patria, David Ben-Gurión, y de la no menos legendaria Golda Meir, es hoy apenas un chiste.
Aunque la caída más dramática en el caudal de votos del Laborismo se registró a partir del arranque de este siglo, el partido sigue siendo un elemento central en la discusión política en el país, seguramente por su estatura histórica y posiblemente porque su existencia siempre estuvo marcada por las divisiones étnicas entre los judíos de origen europeo, o ashkenazíes, y los llegados de los países árabes, los mizrahim.