"La disminución del apoyo al Laborismo refleja una tendencia global de pasar de partidos grandes y tradicionales a partidos más pequeños que se rebelan contra el antiguo 'establishment'", dice Elad-Strenger durante una entrevista con Expansión.
Según la académica israelí, "las acusaciones contra el elitismo de la izquierda se basan hoy en criterios diferentes". Si bien en el pasado se "acusaba" al Laborismo de ser un partido "blanco", su eventual elitismo "hoy en día se atribuye principalmente a su agenda izquierdista, presumiblemente no patriótica y universalista", añade.
Es importante destacar, continúa, que Avodá "tampoco es el partido más izquierdista" en el clima político actual en Israel, "pero, una vez que es etiquetado como tal, queda desacreditado como 'elitista' y 'despreocupado por el bienestar de las masas', aun cuando su agenda relativamente socialista no sea muy diferente de la de algunos partidos de derecha”.
En cuanto a la cuestión ashkenazíes versus mizrahim, Elad-Strenger admite estar "de acuerdo en que las divisiones étnicas" en la sociedad israelí "no han desaparecido y son la base de gran parte de la división política actual”.
"Pero se trata más del resultado de la retórica y las políticas de identidad que de una conexión 'natural' entre el origen étnico y la orientación política", asegura.
Al fin y al cabo, completa, "la asociación retórica entre la 'izquierda' y la 'élite ashkenazi', que puede haber sido históricamente cierta, pero que en términos de los representantes políticos de los partidos no lo es, definitivamente creó una profecía autocumplida”.
Se trata, podría decirse, de una historia de dos países: el de los pioneros "blancos" y educados que apostaron por una nación socialista y austera y el de los nuevos inmigrantes conservadores populares que prefieren los beneficios del capitalismo.