"Podrá haber algunos fogonazos de acercamiento a los gobiernos que preconizan el socialismo del siglo XXI, pero va ser más protocolario que real", opinó Raúl Pineda, analista y exdiputado.
"Honduras depende, en su comercio, de Estados Unidos y es tan débil que no soportaría un mes de distanciamiento económico con Washington", agregó.
Con el sombrero vaquero que hizo popular a Zelaya, Castro ha defendido su proyecto como la solución para reducir la pobreza en Honduras, mejorar los servicios sociales como educación y salud, y garantizar el acceso a las tierras y a los créditos para los campesinos.
Sin embargo los líderes empresariales no tardaron en tender puentes.
"(El) sector privado reitera su compromiso de hacer todo lo necesario para que su gestión sea ejemplo de transformación", escribió Eduardo Facusse, líder de la principal cámara de comercio del país, en su cuenta de Twitter.
"Doña Xiomara no es 'Mel' Zelaya. La conocemos desde hace tiempo, es una señora seria. Eso de ideologías son telarañas en la cabeza”, dijo a la AFP, otro líder del los empresarios hondureños, Juan Carlos Sikaffy.
Castro respondió: "vamos a trabajar de la mano con el sector privado para mejorar el clima de inversión con el objetivo de generar empleos”.
La que sería su primera acción como presidenta podría terminar siendo contraproducente.
Y es que en junio, en un encuentro con simpatizantes, aseguró que vendería el avión presidencial —un Embraer Legacy 600 donado por Taiwán—, un arma de campaña usada por el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de la que, sin embargo, no ha podido desprenderse.
Con información de AFP, EFE y Reuters