El candidato de la derecha dura, que había advertido que esperaba una votación estrecha y que el ganador debería tener al menos 50,000 votos de diferencia para garantizar la transparencia del proceso, reconoció su derrota.
Los chilenos acudieron desde primeras horas de la mañana a los centros de votación en todo el país para decidir quién sería el próximo presidente en unos polarizados comicios a dos años de un estallido social que abrió la puerta a la redacción de una nueva Constitución.
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El abogado ultraconservador, abierto defensor del exdictador Augusto Pinochet, y el diputado y exdirigente estudiantil de izquierda habían ganado la mayor cantidad de votos en la primera vuelta del 21 de noviembre.
Desde la primera vuelta ambos candidatos morigeraron posiciones, trataron de tender puentes hacia el centro e hicieron guiños a los miles de electores que en la primera instancia votaron por otros candidatos como el derechista moderado Sebastián Sichel, la democratacristiana Yasna Provoste o el economista liberal Franco Parisi, entre otros.
Las mesas locales de votación empezaron a funcionar a las 08:00 hora local para recibir a unos 15 millones de electores convocados al balotaje.