La nueva constitución provocó protestas tanto en el país como en el extranjero, incluido un informe del Consejo de Europa que cuestionaba las reformas judiciales que restringían la independencia de los tribunales húngaros. En gran parte en respuesta a las críticas extranjeras , el gobierno de Orbán redujo una propuesta de ley de medios que le habría dado a Fidesz un control directo significativo sobre la prensa.
En 2013, su gobierno continuó implementando un programa de austeridad moderado, introdujo un nuevo conjunto de impuestos de crisis sobre la banca y ciertas industrias, y ordenó a las empresas de servicios públicos que redujeran los cargos para todos los hogares húngaros.
Al menos en parte como resultado de la popularidad de esa última iniciativa, Fidesz y su socio electoral menor, el Partido Popular Demócrata Cristiano, lograron otra victoria contundente en las elecciones parlamentarias nacionales en abril de 2014, lo que le valió a Orbán otro mandato como primer ministro.
Ese éxito se vio reflejado en el triunfo de Fidesz en las elecciones al Parlamento Europeo del mes siguiente, en las que obtuvo más del 50 por ciento del total de los votos.
A pesar de las afirmaciones de la oposición de que la pobreza aumentaba y la economía se estancaba, así como de las acusaciones de autoritarismo y corrupción por parte de Fidesz, los resultados de las elecciones de 2014 reafirmaron que había un fuerte apoyo al gobierno de Orbán.
Además, Orbán argumentó que Fidesz había creado muchos puestos de trabajo. mejoró la suerte de las familias trabajadoras, afirmó los intereses húngaros a nivel internacional y defendió la soberanía nacional .