Aunque se le veía bien y hablaba con voz clara, también hizo un inusual reconocimiento de las tensiones de sus tareas. "Por favor, recen por mí, porque este trabajo no es fácil", dijo a los miles de fieles congregados en la Plaza de San Marcos.
Unas semanas antes, el papa sufrió un episodio de fatiga que generó preocupación durante la Semana Santa.
“Una dura realidad”
Francisco comenzó el día volando en helicóptero hasta una cárcel de mujeres donde el Vaticano ha montado una exposición que forma parte de la Bienal de Venecia, una prestigiosa muestra internacional de arte que nunca antes había sido visitada por un Papa.
La decisión de albergar el pabellón de la Santa Sede en una cárcel puso de relieve los reiterados llamamientos de Francisco para que la sociedad se una en torno a los pobres y desatendidos, incluida los reclusos.
Francisco saludó, una por una, a las cerca de 80 reclusas, al personal administrativo y penitenciario y a los voluntarios.
"La cárcel es una dura realidad, y problemas como el hacinamiento, la falta de instalaciones y recursos, y los episodios de violencia, dan lugar a mucho sufrimiento. Pero también puede convertirse en un lugar de renacimiento moral y material", dijo Francisco a reclusos y guardias.
"No olvidemos que todos tenemos errores que perdonar y heridas que curar", destacó, antes de reunirse con algunos de los artistas que montaron la exposición titulada "A través de mis ojos”.