El "Estado profundo", o "Deep State", es una creencia que está bastante de moda entre los círculos complotistas estadounidenses de extrema derecha, como el movimiento QAnon, que afirma que existiría una suerte de Estado secreto paralelo que va moviendo los hilos para beneficiar a grupos privados.
"Histeria colectiva" y puesta en escena
El periodista Anthony Mansuy, especializado en la esfera complotista estadounidense, subraya la "reacción bastante increíble de los círculos centristas y demócratas", que no tardaron en denunciar un simulacro, con la palabra clave #staged (puesta en escena).
Rápidamente, cuentas afines al Partido Demócrata aseguraron que la sangre derramada en la cara de Trump era falsa, y que el "Secret Service" (encargado de protegerlo) había urdido ese momento con el expresidente.
Esto muestra, según Mansuy, "que nadie está inmunizado contra las fantasías de las teorías del complot". Lo ocurrido "puede llevar a plantearse preguntas, pero caemos en el complot cuando hacemos una cruzada a partir de elementos que no se han verificado", advierte.
Un error en el que algunos han caído a causa, según él, "de una combinación de tres factores de la máquina complotista: un activismo muy fuerte, un trauma sociopolítico y una degradación del sistema" que empuja a la gente "a preguntarse: '¿quién se beneficia de ese delito'?".
Y esto ocurre, según Mansuy, cuando la gente "ya no puede acceder, a causa de esos tres factores, a la información de los medios".