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OPINIÓN: ¿Por qué es positivo el aumento al salario mínimo?

Este aumento sobrepasa por mucho a las ganancias de productividad publicadas por el Inegi en su modelo KLEMS, comenta Iván Franco.
lun 17 diciembre 2018 05:19 PM

Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 .Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(Expansión) - Este lunes se dio a conocer que el salario mínimo aumentará a 102.68 pesos diarios a partir del primero de enero de 2019. Lo anterior, no como un decreto, sino como un consenso entre gobierno, organismos empresariales y el mismo Banco de México (Banxico).

Este hecho demuestra que aquellas voces que durante años se han pronunciado en contra de elevarlo, incluida la junta de gobierno de Banxico, estaban equivocados.

El pasado 28 de noviembre el banco central mencionó en un tuit que “es importante que los ajustes en salarios estén en línea con las ganancias en productividad y evitar arreglos institucionales que generen mayor persistencia de la inflación”; sin embargo, el aumento fue consensuado por la misma institución.

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Cabe señalar que las remuneraciones (salarios más beneficios) representan -en promedio- solo el 10% de la producción bruta, contra el 13% que representaba en 2004, según el censo económico más reciente de 2014.

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Por lo anterior es insuficiente argumentar que un aumento por arriba de la productividad sería inflacionario. No es así, ya que el precio de la gasolina, por ejemplo, tiene mayor fuerza y persistencia inflacionaria.

En términos llanos, si el incremento al salario mínimo logra tener un efecto en los demás salarios de la economía a corto plazo, este sería básico. Es como si el precio de un insumo o de un commodity aumentara una sola vez a causa de un choque de la oferta. Definitivamente, este hecho no es persistentemente inflacionario.

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Es más, ni siquiera influye en la formación de los precios. El aumento a los salarios -en lo general- solamente recompone las ganancias corporativas.

Por otro lado es notable que el incremento de 16.2% propuesto para 2019 (en términos nominales) sobrepasa por mucho a las ganancias de productividad publicadas por el Inegi en su modelo KLEMS, que es aceptado internacionalmente, pero con poca precisión, dada la enorme heterogeneidad de las empresas mexicanas.

En palabras más simples, ni el argumento de la inflación, ni el de la baja productividad son suficientemente robustos, empíricos e informados para evitar incrementos escalonados en el salario mínimo.

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Este incremento es un buen y positivo comienzo, pero resulta insuficiente para alcanzar el nivel de bienestar que estipula la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y no deja de ser un control de precios mal implementado; sin embargo, es más positivo aumentarlo a este nivel, que mantenerlo deprimido, como siempre sucedió.

Esto es independiente de cuántos trabajadores reciben el equivalente a un salario mínimo.

Para que el salario mínimo deje de ser una pesada ancla, este debe situarse al menos un 10% por arriba del salario mediano (o de equilibrio), que se encuentra en cerca de 132 pesos diarios, según estimaciones propias con los datos publicados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).

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Este indicador será realmente un precio mínimo cuando se implemente correctamente, es decir, por arriba de 132 pesos diarios.

Actualmente, el nivel del salario mínimo funciona al revés, como un precio máximo que se ubica muy por debajo del salario “de equilibrio” de la economía. Por ello tiene el efecto de jalar hacia abajo a los demás indicadores, tal y como lo hace un precio máximo.

Esperemos que las nuevas autoridades -que están demostrando un buen grado de apertura en la materia- se den cuenta de esta situación y se reconozca que son mayores los costos de mantener el salario mínimo deprimido que los beneficios por manejarlo de forma estratégica e inteligente, para que tenga efectos positivos en el empleo y en el consumo.

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Finalmente, no está de más repetir la diferencia entre nivel salarial y la tasa de cambio del nivel salarial. Los más encumbrados analistas tienden a equivocarse con algo tan sencillo y a perder el hilo analítico en un tema tan trascendental.

El problema de los salarios en México es por el bajo nivel, no por altos incrementos porcentuales. Es un tema de distribución de las rentas corporativas y de ajuste a los costos de producción, no es un asunto inflacionario.

Es momento de dejar de creer que aumentos mínimos al salario mínimo provocan inflación porque cuando una mentira es repetida mil veces esta se vuelve realidad.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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