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OPINIÓN: ¿Qué le espera a la economía mexicana en 2019?

La punta de lanza de la confianza y de la certidumbre es el gasto propuesto para proyectos de infraestructura, comenta Iván Franco.
mar 25 diciembre 2018 09:00 AM

Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(Expansión) - Finalmente el Paquete Económico 2019 fue presentado. La publicación del plan de gasto e ingresos era clave para la generación de confianza ante el cambio de régimen económico y político del país. En lo general cumple con su encomienda, por lo que solo se espera un mínimo de desviaciones en su ejecución, con el propósito de que la confianza adquirida forme parte de una nueva fórmula de cara a los siguientes años.

Aun así es necesario decir que el paquete presenta cierta ambivalencia. Es notorio el interesante esfuerzo en reorientar los principios de austeridad y finanzas sanas que se pregonaron en la campaña electoral. Diversas dependencias enfrentarán una caída relativamente cuantiosa, como la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y la Secretaría de Agricultura (Sedar), por mencionar solo dos ejemplos.

El caso de la Sedar es interesante porque, a pesar de la reducción de su presupuesto, el plan de subsidios al campo que se comprometió forzaría a la dependencia (y a otras 16 instituciones) a realizar ajustes importantes en su gasto para programas prioritarios, una reingeniería que es indudablemente positiva.

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Por otro lado, el paquete económico siempre será conservador. Algunos gastos insalvables y onerosos seguirán ahí, por ejemplo los casi 900 mil millones de pesos en provisiones para pensionados de organismos del Estado -que incluye al régimen de pensiones de trabajadores del IMSS- o bien, los requerimientos financieros para el pago de la deuda.

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De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), el 82.7% del presupuesto en 2019 corresponde a gastos obligatorios, mismos que incrementaron 5.6% con respecto a 2018. Precisamente aquí es donde también debe entrar la reingeniería del gasto.

La punta de lanza de la confianza y de la certidumbre es el gasto propuesto para proyectos de infraestructura, comenzando por la refinería en Tabasco, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía como los más relevantes en todo el sexenio.

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Además, otra variedad de proyectos busca enviar señales de que el próximo gobierno gastará e invertirá en obras y programas sociales cuyo efecto multiplicador detonaría en alguna medida a otras actividades o al consumo. La inversión pública física del paquete 2019 aumentaría 8.5% en términos reales con respecto al monto aprobado en 2018.

Los criterios generales de política económica están aterrizados en la realidad; sin embargo, no era recomendable publicar una proyección econométrica del PIB con un intervalo tan amplio (de 1.5% hasta 2.5% de crecimiento en 2019), ya que la previsión no genera confianza.

Es mejor equivocarse en la perspectiva inicial y proyectarla mes a mes, que dar un rango de crecimiento tan holgado y que en la práctica representa miles de millones de pesos de “error”.

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En este sentido considero que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público apuesta porque el crecimiento económico en 2019 se encuentre dentro del rango superior que se dijo, es decir, más cercano a un 2.2 o hasta 2.5%. Lo anterior considerando que las demás condiciones dentro de la economía se cumplan.

¿Cómo le irá a México en 2019?

Los próximos 12 meses serán de ajuste y de acomodo para el nuevo gobierno, pero el gasto ejercido debe ser acelerado, puntual y limpio, con el fin de no cambiar las proyecciones de crecimiento en el año.

Según el paquete económico presentado, el ciclo expansivo de la economía mundial y el desarrollo sectorial previsto es improbable que México crezca por debajo del 2% en 2019. Mi estimación puntual es de 2.3%, solo que el primer trimestre del año resulta vigoroso.

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Una condición necesaria es que la inversión privada mantenga su curso tendencial de aproximadamente el 20.5% del PIB. Aunque algunos lo duden, la inversión privada no dependerá de la confianza o de la oposición al proyecto político de Andrés Manuel López Obrador, sino del consumo esperado del próximo año.

Además, es muy probable que se presente el típico crecimiento económico débil por el inicio de sexenio debido a que la economía de Estados Unidos continuará con su dinamismo aun con los riesgos de contracción que la acechan.

El ciclo de expansión moderada de la economía mundial (3.1% en 2017 y 2018) romperá el récord de continuar así durante 2019; sin embargo, las condiciones restrictivas para el crédito y otros asuntos geopolíticos, como la lucha comercial entre Estados Unidos y China, contribuirían al inicio del fin del ciclo expansivo el próximo año.

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El consumo privado seguirá siendo el gran motor de crecimiento de la economía mexicana, aunque una reorientación del gasto público puede tener impactos mayores a los esperados si estos se ejecutan con eficacia y con amplitud suficiente.

La estrategia de crecimiento de México tendrá que modificarse a partir del 2019, de un ciclo previo de crecimiento basado en la expansión monetaria, el crédito y el consumo, a un nuevo ciclo basado en los proyectos de inversión y gasto público más eficiente, pero con condiciones monetarias restrictivas.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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