OPINIÓN: Entre las elevadas expectativas y la realidad del nuevo gobierno
Nota del editor: Horacio Vives Segl es licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Belgrano (Argentina). Las opiniones expresadas en esta columna son responsabilidad del autor.
(Expansión) - El año que inicia tendrá como como corolario la imperante necesidad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que recién inició el pasado 1 de diciembre, por dar rápidos resultados y corresponder a las elevadas expectativas que ha generado.
Ello, a pesar de que ha abierto varios frentes críticos y que ya dio sus primeros tropiezos, entre los que se pueden contar la pugna con la Suprema Corte y el Poder Judicial por la suspensión de la aplicación de la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, las negociaciones con los tenedores de bonos del aeropuerto de Texcoco o el desgano amenazante con el que el lopezobradorismo recibió la resolución de la Sala Superior del Tribunal Electoral sobre la definición de las elecciones en Puebla, con el fatídico desenlace navideño.
Va una relación de temas puntuales y el posible diagnóstico y expectativas sobre ellos, en un año peculiar, marcado por el 25 aniversario de sucesos políticos tan relevantes como el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional o los asesinatos políticos del año 1994.
Resultados a modo
Todo gobierno que arranca tiene la imperiosa necesidad de ofrecer rápidos y convincentes resultados sobre su desempeño inicial, como las evaluaciones que suelen hacerse los primeros 100 días (que se cumplirán el 10 de marzo).
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Más allá de esta primera calificación, la expectativa por dar buenos resultados sobre el desempeño gubernamental entrará en tensión con las inercias y dificultades para lograr el modo e intensidad de los cambios deseados. El choque de la realidad es ajeno al voluntarismo de la campaña electoral.
De no cumplirse con el ritmo e intensidad de la proyección gubernamental, la tentación de elaborar una narrativa parcial y culpar a los adversarios políticos por el incumplimiento de los resultados sería muy plausible.
Acuerdo comercial de América del Norte
El remodelado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) firmado el pasado 30 de noviembre el Buenos Aires, Argentina, deberá recibir las respectivas aprobaciones legislativas para entrar en plena vigencia en 2019. Se trata de un año clave para corroborar si los diagnósticos y negociaciones corresponderán con resultados favorables para los tres países.
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Relación con Estados Unidos
De manera previsible, la relación con Donald Trump mutará de una distancia cordial a episodios de confrontación. El nuevo gobierno no ha tenido una actitud proactiva para plantarse frente a un interlocutor tan complejo y voluble como el presidente estadounidense.
En ese sentido, lo previsible sería una actitud reactiva ante ataques de Trump. Los motivos y pretextos ya son conocidos: el pago y ampliación del muro fronterizo, el tratamiento de las caravanas migrantes (de mexicanos y otros centroamericanos y latinos), los resultados comerciales del T-MEC, seguridad fronteriza, tráfico de drogas, entre otros. Esto es activar la retórica antimexicana, antiimigrante y xenófoba que tan fácil le sale a Trump.
El deseo, más allá de la realidad, es que México gaste en Centroamérica para que sus ciudadanos no migren hacia Estados Unidos.
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Economía e infraestructura
El desafío es generar condiciones de mejora generalizada sin afectar el buen desempeño macroeconómico que ha tenido el país. Ya se anunció un incremento del salario mínimo y una expectativa modesta de crecimiento de 2% (muy alejada de las propuestas de campaña).
La apuesta es que ni el tipo de cambio, ni la inflación se desborden. El gran reto para el gobierno en materia de infraestructura es que, más allá de la inversión pública que se genere para los tres proyectos insignia de arranque (el aeropuerto de Santa Lucía, el tren maya y la refinería de Dos Bocas), el llamado a los inversionistas para contribuir con dichos proyectos no se corresponda con las expectativas gubernamentales. Recientemente los tenedores de bonos del aeropuerto de Texcoco rechazaron las dos primeras ofertas gubernamentales.
Seguridad pública
Uno de los principales termómetros para medir el desempeño del gobierno será el de seguridad pública. De manera responsable el gobierno presentó un plan de seguridad que mantiene la presencia y el componente estratégico de los militares en tareas de seguridad pública, específicamente para el diseño de la Guardia Nacional.
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Si se considera que el contador de asesinatos y hechos delictivos ya arrancó en la contabilidad política de López Obrador, si no se percibe una mejora significativa en los indicadores en la materia, correrá con críticas similares que se hicieron a sus antecesores en la Presidencia.
Desmontar el legado de Enrique Peña Nieto
El nuevo gobierno aprovechará errores y omisiones de la administración Peña Nieto para revertir su polémico legado. En ese sentido, casos icónicos de impunidad y torpeza política del gobierno anterior serán tratados con celeridad por el lopezobradorismo.
Aquí se cuentan con la instalación de la Comisión de la Verdad para el caso Ayotzinapa y el arranque, por fin, de las investigaciones con seriedad en México sobre el caso Odebrecht. En ese mismo tenor, está la reversión de la reforma educativa que ha dejado al día de hoy acciones polémicas: la desaparición de INEE, el maltrato presupuestario en 2019 para universidades públicas (UNAM, IPN y UAM), así como del presupuesto en materia de ciencia y tecnología.
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Política, elecciones y rendición de cuentas
En cuanto a las elecciones, las dos relevantes serán las de la renovación de la gubernatura de Baja California y la extraordinaria de Puebla. El PAN tratará de defender frente a la aplanadora de Morena el bastión norteño conquistado desde 1989 y retener la muy disputada, litigada y rijosa elección de Puebla.
La repetición de las amañadas consultas auspiciadas por el gobierno para deslindar responsabilidades de decisiones previamente adoptadas, así como el mecanismo seleccionado para “validar” el arranque del tren maya, no dejan espacio para el optimismo democrático.
Un tema central del gobierno será generar credibilidad sobre el percance por el que perdieron la vida la gobernadora de Puebla Martha Érika Alonso y su esposo, el senador de la República y exgobernador Rafael Moreno Valle. Después de una de las peores reacciones presidenciales ante una crisis política y considerando el encono vivido en la entidad en los últimos meses, y las especulaciones en opinión pública que han incrementado la polarización y encono indeseables para Puebla y el país es imperante que se realice una investigación seria, sólida y creíble.
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En suma, las perspectivas no son nada halagadoras, por lo que habrá que esperar un año 2019 rijoso y convulsionado.
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