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OPINIÓN. Presupuesto 2019: Dos escenarios posibles

Una actuación responsable sería aquella en donde ante la caída de los ingresos por menor crecimiento económico el gobierno responda haciendo los ajustes necesarios, comenta Alfredo Coutiño.
lun 17 diciembre 2018 10:33 AM

Nota del editor: Alfredo Coutiño es director para América Latina en Moody’s Analytics. Las opiniones en esta columna son de la exclusiva responsabilidad del autor y de ninguna manera deben ser atribuidas a la institución para la cual trabaja.

(Expansión) - En 2019 el país enfrentará retos y oportunidades que definirán el rumbo hacia un avance o un estancamiento; más allá de los desafíos internos y externos, el destino de México estará mayormente determinado por el actuar del nuevo gobierno.

La falta de pericia en el manejo de situaciones críticas y la lenta respuesta de las autoridades fiscales contribuyen a minar la credibilidad en el manejo económico
Alfredo Coutiño

El programa económico para el 2019 ya se presentó y los números reflejan consistencia, pero la prueba de fuego radica en ver si las medidas a implementar generan los resultados planteados.

Considerando los retos internos y externos, el rumbo del país enfrentaría dos escenarios según el desempeño del gobierno. Si se actúa con prudencia, responsabilidad, destreza y con políticas que antepongan el interés común y no el de un partido, entonces el rumbo nacional podría ser positivo a pesar de que se presenten turbulencias financieras y económicas.

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Por el contrario, si el gobierno actúa a la ligera, con irresponsabilidad, torpeza y arrebatos populistas, entonces México podría entrar en una situación de inestabilidad financiera que terminaría en una crisis económica. Es verdad que en este caso se contaría con cierto apoyo popular para llevar a cabo las medidas que la administracióndecida, pero también se tendría la desventaja de un equipo poco preparado en el manejo de crisis.

Por un lado, el escenario positivo marca una situación donde el nuevo gobierno presenta su programa económico consistente y responsable que implementa con políticas creíbles y objetivos alcanzables.

Por ejemplo, para que el programa económico del 2019 sea verosímil es necesario que contenga un presupuesto equilibrado, con supuestos realistas y metas alcanzables. Además de que dicho programa se persiga con políticas efectivas y encaminadas al cumplimiento de ciertos objetivos. Es decir, los dichos tienen que corresponder con los hechos.

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Una cosa es presentar números que aritméticamente cuadran en el papel y otra cosa es entregar resultados diferentes porque las medidas implementadas no fueron consistentes con los objetivos planeados. En esto es importante destacar la actuación oportuna que el gobierno debe tener ante la eventualidad de cambio en las condiciones iniciales.

El presupuesto federal depende en gran medida del supuesto de crecimiento económico esperado por el gobierno. Una actuación responsable sería aquella en donde ante la caída de los ingresos por menor crecimiento económico el gobierno responda haciendo los ajustes necesarios.

Desafortunadamente, ante la ausencia de un mecanismo de disciplina fiscal como lo es la regla fiscal estructural, el ajuste se tiene que dar en el gasto ante la caída de los ingresos por un menor crecimiento económico, ya que si el gobierno se ajusta a su compromiso de responsabilidad fiscal, entonces no existe posibilidad de incurrir en un mayor endeudamiento.

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Si el gobierno actúa responsablemente, el ajuste en el gasto tendrá un efecto negativo en la economía, pero evitará la aceleración del desequilibrio fiscal, mantendrá el funcionamiento ordenado de los mercados y mantendrá la credibilidad en el manejo de la economía.

Ese escenario positivo le permitiría a la economía retomar la senda del crecimiento con estabilidad financiera y de precios. En este escenario los hechos corresponden a los compromisos, lo cual es esencial para mantener la credibilidad y confianza en el quehacer económico. La economía podría tener un ligero tropiezo en el 2019, pero nada que se parezca a las crisis recurrentes del pasado.

El escenario negativo marca una situación contraria. Inicia también con la presentación de su programa económico consistente, pero las acciones a lo largo del año no solo contribuyen a descuadrar las cuentas fiscales sino también alimentan la pérdida de confianza.

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Por ejemplo, el gobierno decide poner en marcha la mayoría de los programas sociales prometidos, el ejercicio del presupuesto se retrasa más de la cuenta ante la poca experiencia del equipo hacendario, la economía se desacelera fuertemente y los ingresos fiscales no fluyen de acuerdo a lo esperado. Ante ello se recurre al financiamiento con la certeza de que el evento es solo transitorio.

Los números al primer trimestre señalan una apertura del desequilibrio fiscal. Los programas asistenciales están en marcha y, ante la creciente inestabilidad financiera y caída de los ingresos, el gobierno decide no ajustar el gasto y persiste en recurrir a un mayor financiamiento.

Ante ello, las tasas de interés aumentan aún más, el tipo de cambio acelera su depreciación, las reservas internacionales empiezan a reducirse. Además, las presiones de precios aumentan y el gobierno hace esfuerzos para sostener el subsidio y evitar un gasolinazo.

Con la aceleración de las tasas de interés comienzan a aflorar fricciones entre la política fiscal y la monetaria, al tiempo que las señales de reducción de reservas se hacen más evidentes; mientras el gobierno pide moderación de tasas de interés, el banco central sugiere ajuste fiscal. El gobierno vuelve a echar mano del argumento de que si las cosas salen mal es por culpa del banco central. La falta de pericia en el manejo de situaciones críticas y la lenta respuesta de las autoridades fiscales contribuyen a minar la credibilidad en el manejo económico.

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Al final, la inestabilidad financiera y las altas tasas de interés obligan al gobierno a un ajuste fiscal brusco y costoso. La economía entra en recesión y la efervescencia social llega a las calles para demostrar descontento. Este es el escenario que el presidente Andrés Manuel López Obrador no quisiera enfrentar en su primer año de gobierno, por lo que la alternativa es bien conocida.

Nota: Este artículo representa un ejercicio prospectivo en donde los escenarios no tienen probabilidades asignadas. Su materialización depende de la actuación del gobierno durante la primera mitad del año.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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