Por mi trabajo, diariamente convivo con algunas de las mentes más brillantes de esta generación, entre ellos: Investigadores que están tratando de cambiar al mundo, emprendedores que son el motor de cambio, activistas que custodian nuestra conciencia. Cada uno me da la oportunidad de aprender y de aportar sin importar que vivan en la humildad intelectual, con más dudas que certezas.
Pero también me topo con los grandes ignorantes (que ignoran que lo son) que por ser más vocales, activos y visibles se empoderan y ocupan importantes espacios desde donde con sus opiniones y decisiones confunden a las audiencias y sólo los ensoberbecen ensanchando el círculo vicioso. Se trata de individuos que impactan a una masa en donde las partes no son evidentes ni identificadas, en donde no queda claro quiénes están y en donde prevalecen las discusiones sin sustento en las que, por supuesto, no participan los menos ignorantes quizá por aquello de “nunca discutas con un idiota”.
La ignorancia nos ha traído al momento actual, en donde hay personas de buena voluntad y con buena información a las que no les permiten tomar decisiones; en una situación con transformaciones políticas frustradas, generación de muros y brechas que dividen a los iguales, en escenarios en los que la masa apoya ciegamente iniciativas sin medir las consecuencias, y lo que es peor, en circunstancias en las que a los menos calificados los colocan en posiciones de toma de decisión con el argumento de dar oportunidad a todos sin importar experiencia o conocimiento, aunque se deje de lado a personas que claramente tienen el perfil de opinar, de decidir, de ejecutar.
Hace algunos años tuve la oportunidad de participar en un taller en México en que juntamos un grupo internacional de instructores y como parte de la conversación matutina previa al taller, uno de los extranjeros nos preguntó ¿Algo que deba saber antes de dar el taller? ¿Qué tips me pueden dar? Y a esta pregunta un mexicano contestó: “Los mexicanos tenemos la piel muy delgada…hay que cuidar mucho la forma, el fondo no es tan importante…ah y en las discusiones, en tu país hay ideas tontas, aquí no, aquí hay tontos”.
Al principio me ofendí. Se me hizo una visión simplista y malinchista. Pero lamentablemente entre más pasa el tiempo más intensamente recuerdo ese desayuno y más concuerdo con mi colega.
Cuando sumamos la ignorancia con el empoderamiento del más ignorante, restamos la falta de empoderamiento de quien conoce, y agregamos la falta de diálogo abierto y franco, estamos entonces en una tormenta perfecta que espero algún día podamos resolver antes de que el mundo colapse por las decisiones erróneas de los más ignorantes.
Nota del editor: Pedro López Sela es Chief Imagination Officer de Canou, Plataforma de Innovación y Emprendimiento y ha sido mentor para instituciones como el acelerador de negocios MassChallenge, de Boston, Massachusetts; Village Capital (proveedora de capital de riesgo para emprendedores); y Fomento Geek (Incubadora de Talento). Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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