Hasta ahora, las dos flexibilizaciones monetarias han estado enfocadas a reducir la restricción monetaria más que a rescatar a la economía. Dentro de la Junta de cinco miembros, dos pugnaron por recortes de mayor magnitud, revelando su prefencia por una política monetaria más acomodaticia para la economía, a pesar de que la inflación estructural se encuentra cerca del límite superior de 4%.
Así, el Banco de México decidió recortar la tasa de interés interbancaria en un cuarto de punto porcentual para dejarla en 7.75% . Con esta decisión, la tasa ha sido recortada en dos ocasiones este año (agosto y septiembre) por un total de medio punto porcentual, después de haber permanecido en un máximo de 8.25% por ocho meses.
La decisión fue claramente argumentada por el banco con base en la caída de la inflación general, la ampliación de la holgura en la economía, y la posición de las condiciones monetarias internas con respecto al exterior (diferencial de tasas).
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La economía mexicana ciertamente reporta una ampliación de la holgura dado su crecimiento cercano a cero durante la primera mitad del año, así como también reporta una demanda interna deprimida que se encuentra por abajo del nivel de la producción interna. Sin embargo, la inflación subyacente se ha mantenido persistentemente por encima del objetivo de 3%.