Tomemos un ejemplo potencialmente realista: un padre que cree que la gerencia lo ve como demasiado hombre de familia puede optar por trabajar muchas horas adicionales incluso en días de descanso o hasta reducir sus días de vacaciones. Lo anterior puede traer como resultado elogios, ascensos y pago de horas extras. Continuar con este comportamiento, cambiará a la persona afectándolo eventualmente en ambos ambientes, familiar y laboral.
Buscando un adecuado balance de lo anterior, algunas empresas, incluso en México, han optado por horarios flexibles de trabajo, como por ejemplo que la entrada en lugar de ser a una hora específica, digamos las 8:00 a.m. sea entre las 7:00 a.m. y las 11:00 a.m. Lo mismo para la terminación de la jornada laboral, la salida puede ser entre 3:00 p.m. y 8:00 p.m. Claro que deben cumplir ciertos requisitos de tiempo de trabajo.
En otros casos, se reconoce que los traslados pueden tomar mucho tiempo en ciertos horarios o días, promoviendo que en esos momentos se modifique el horario de trabajo o se realice desde casa.
También se puede emular lo que sucede en otras culturas, como hacer obligatorio tomar vacaciones, algo que siempre ayuda a recargar ideas y energías además de motivar la integración familiar. También se puede ofrecer capacitación de algo que se llama en “prejuicios implícitos”, buscando modificar el juicio negativo hacia los que trabajan y se preocupan por su familia en función de sus propias creencias personales.