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Desarrollando un balance entre familia, casa, trabajo e imagen personal

Manejar las percepciones que se espera en el trabajo y en la familia puede llegar a ser estresante y algunas veces hasta contradictorio, opina Jorge A. Wise.
dom 29 septiembre 2019 07:00 AM

(Expansión) – Para los que trabajamos, manejar las expectativas de ser un empleado profesional que tiene el trabajo como prioridad y a la vez cumplir con el rol de ser padre, madre, hermano o hijo, es complicado. Aunque hoy en día se habla de hacer “home-office”, esto aún simboliza un reto cultural que conviene poner sobre la mesa.

Desplazarnos hacia y del lugar de trabajo incorpora importantes tiempos que generalmente son poco aprovechados. Manejar los cambios de ida y vuelta es un desafío porque todos tenemos una imagen deseada de trabajo y familia y un fuerte deseo de balancear nuestra vida profesional y familiar.

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En su reciente artículo, Ladge & Little (2019) sugieren que las normas “trabajo-familia”- son aquello que constituye una imagen favorable en lo laboral y en lo familiar- pueden crear estándares poco realistas sobre la autoimagen y generar dudas de la percepción de una persona.

Mientras que otras investigaciones se centran en imágenes profesionales, esta investigación habla de la “imagen dualista de trabajo y familia”, algo novedoso. Aquí se centra la diferencia que muchos trabajadores sienten que existe entre su identidad (“cómo me veo a mí mismo”) y la imagen (“cómo me ven los demás”).

Aunque algunas personas integran adecuadamente los dos roles, otras mantienen el trabajo bien separado de la familia y nunca, o sólo por excepción, realizan home-office.

Siempre ponderamos el juicio de otros respecto a lo que piensan los compañeros de trabajo junto con los jefes y subordinados, por un lado, y la familia y los amigos, por el otro. Trabajar en casa para nada significa que estamos disponibles todo el tiempo; es conveniente un balance y quizás necesario tener la mejor dedicación a ambos.

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Cuando hoy en día trabajamos desde nuestros celulares, o dispositivos como algunos les llaman, lo hacemos tanto en la casa como en el lugar de trabajo incluso en otros lugares como el cine o una reunión familiar o de amigos. Por su lado, en el trabajo, sucede lo opuesto, mientras se trabaja se atienden asuntos personales y de familia.

5 consejos para hacer un buen 'home office' y no fracasar en el intento

Manejar las percepciones que se espera en el trabajo y en la familia puede llegar a ser estresante y algunas veces hasta contradictorio. Buscando satisfacer las expectativas de otros, el deseo de no ser juzgado como incompetente en cualquiera de los dos roles puede motivar a ajustar los patrones de nuestra imagen en el trabajo y con la familia.

Administrar la imagen del trabajo y la familia ajustándolas para desarrollar una mejor tiene cierto sentido debido a que generalmente sabemos que las personas son juzgadas constantemente en función de su desempeño y competitividad laboral y familiar.

Mientras, por otro lado, puede ser contraproducente tratar de manipular la imagen de uno para cumplir con los ideales esperados de trabajo y familia. Hacer esto, puede forzarnos a cambiar de personalidad y hasta convertirnos en algo que no somos y que muy probablemente no queramos ser.

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Tomemos un ejemplo potencialmente realista: un padre que cree que la gerencia lo ve como demasiado hombre de familia puede optar por trabajar muchas horas adicionales incluso en días de descanso o hasta reducir sus días de vacaciones. Lo anterior puede traer como resultado elogios, ascensos y pago de horas extras. Continuar con este comportamiento, cambiará a la persona afectándolo eventualmente en ambos ambientes, familiar y laboral.

Buscando un adecuado balance de lo anterior, algunas empresas, incluso en México, han optado por horarios flexibles de trabajo, como por ejemplo que la entrada en lugar de ser a una hora específica, digamos las 8:00 a.m. sea entre las 7:00 a.m. y las 11:00 a.m. Lo mismo para la terminación de la jornada laboral, la salida puede ser entre 3:00 p.m. y 8:00 p.m. Claro que deben cumplir ciertos requisitos de tiempo de trabajo.

En otros casos, se reconoce que los traslados pueden tomar mucho tiempo en ciertos horarios o días, promoviendo que en esos momentos se modifique el horario de trabajo o se realice desde casa.

También se puede emular lo que sucede en otras culturas, como hacer obligatorio tomar vacaciones, algo que siempre ayuda a recargar ideas y energías además de motivar la integración familiar. También se puede ofrecer capacitación de algo que se llama en “prejuicios implícitos”, buscando modificar el juicio negativo hacia los que trabajan y se preocupan por su familia en función de sus propias creencias personales.

Los prejuicios son todo un tema cultural entre lo que debe hacerse, lo que está bien visto, lo que se desea y lo que es conveniente o adecuado en el trabajo y la familia. Manejar adecuadamente todo esto apoyará a que los empleados se sientan valorados y confiables con su autenticidad personal llevando el verdadero yo al trabajo y a la familia, en todo lugar.

Nota del editor: Jorge A. Wise es Director del Instituto de Alta Dirección CETYS Graduate School of Business. Es Profesor de Mercadotecnia y Negocios Internacionales, y tiene un Doctorado en Filosofía en Administración de la EGADE Business School. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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