En segundo lugar debe implementar un programa de austeridad para poder financiar sus costos sin incurrir en deuda adicional, así como elevar su productividad laboral.
Tercero, debe focalizar su inversión en exploración y producción de hidrocarburos. Este segmento de la cadena de valor del petróleo es el más relevante para Pemex ya que es ahí donde obtiene más ganancias que transfiere al Estado. Insistir en invertir más recursos en otros segmentos como el de refinación, en donde Pemex por ineficiencias pierde dinero trimestre a trimestre, no es una decisión que obedezca a las condiciones de negocio de la empresa.
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Por último, para fortalecer la seguridad energética de México se debe reactivar la participación y asociación con la iniciativa privada para explorar y explotar reservas en aguas profundas y yacimientos convencionales. Pemex necesita de las capacidades financieras y tecnológicas de otros operadores petroleros para incursionar en este tipo de proyectos. Además, es necesario que comparta el riesgo geológico y financiero de esos proyectos, el Gobierno y el contribuyente no pueden apostarle solos a este tipo de exploración.
La actual Administración tiene el capital político para empujar reformas fundamentales y mejorar la operación de la empresa, modificaciones que antes hubieran sido impensables. Para hacer las cosas diferentes a como ha sucedido en el pasado se debe exigir corresponsabilidad y compromisos por parte de Petróleos Mexicanos y otros actores relevantes del sector para destrabar ineficiencias. Sin estos cambios de fondo, el sector petrolero y Pemex no serán una verdadera palanca de desarrollo para el país.
Nota del editor: Luis Mauricio Torres Alcocer es Investigador del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Síguelos en su página y redes sociales: Twitter y Facebook . Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
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