Dicho paisaje nos ubica como un país con bajas remuneraciones, resultando un tema ampliamente debatido no solo en la comunidad económica, sino por la clase trabajadora que aspira a incrementar sus salarios, aunque ello no es tan fácil como pareciera, pues no se trata de imprimir más billetes e incrementar la distribución de los ingresos, esto conlleva un análisis más puntual y estrictos cambios estructurales.
En palabras más sencillas, supongamos que el pago por nuestra mano de obra es de 5 pesos, y se logra un incremento salarial del doble, es decir 10 pesos. Seguramente los trabajadores se sentirán con un mayor poder adquisitivo, aunque esta satisfacción no es rentable; ahora ellos podrán demandar más bienes y servicios, lo que incrementará los precios, es decir, generará inflación. Y ¿Por qué incrementan los precios? Al existir mayor demanda de bienes, surge una escasez de productos, lo que incrementa los costos de estos.
Eso no es todo, con todo más costoso y salarios más elevados, nos alcanza para menos (es decir, disminuye nuestro poder adquisitivo), lo que a su vez genera que nuestro consumo caiga, es decir, disminuirá la producción. Llegados a ese punto, las empresas ya no requerirán más fuerza laboral, por lo que habrá despidos, incrementando así el desempleo.
En resumen, si te quedas sin trabajo ya no tendrás ese grandioso salario alto, por consiguiente ya no consumes y nos conduce a una inestabilidad económica. Dicha situación nos lleva a la contraparte del crecimiento y el desarrollo, crisis y pobreza.
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