Constantemente escucho a representantes de muchas empresas decir que buscan nuevas y mejores formas de incrementar su productividad y eficiencia. Una de las maneras en las que persiguen ese objetivo es mediante la automatización; esto es, sustituir actividades humanas por sistemas, equipos o máquinas que las realicen de igual o mejor manera, confiando en que serán más productivas.
Ejemplo de estas automatizaciones son los equipos que responden a nuestra voz en lugar de una operadora, por ejemplo, una telefonista o similar. Es creciente la forma en que las empresas instalan esas innovaciones, que desplazan a las personas que realizaban esas actividades.
Un par de preguntas que surgen ante estos escenarios de automatización, son: ¿Qué puestos de trabajo son susceptibles a ser automatizados? y ¿Qué se hará con el personal desplazado por la automatización? Estimo que la primera pregunta es un poco más amplia que la segunda, así aquí donde me concentro en identificar qué hacer con el personal que es sustituido por alguna automatización.
Al platicar de estos temas con directivos de empresas, sus respuestas son variables. A pesar de ello, la mayoría indica que prefiere buscar la manera de retener el talento que ya han desarrollado. La razón es que, manteniendo a los empleados, con ellos pueden aumentar su producción a pesar de delegar algunas actividades a robots con lo que crean nuevos puestos de trabajo con nuevas y más ventajosas competencias.