El 2019 presentó la oportunidad de implementar una estrategia de promoción de la inversión productiva y con ello mitigar la desaceleración económica que se había observado desde mediados del 2018.
La ausencia de un programa de promoción e impulso a la inversión, así como la aplicación de un programa de gasto de gobierno restrictivo, se traducen en un crecimiento acumulado de 0% en los primeros nueve meses del 2019.
Ante ello y la tendencia negativa que subsiste en el ciclo del PIB, México debe buscar evitar las consecuencias que tendrá la caída de la inversión productiva, particularmente en el mercado laboral y el consumo de las familias.
Para el cierre del presente año lo pertinente es establecer un programa económico emergente que tenga como prioridad finalizar con la recesión que se vive en el sector industrial y cuyas consecuencias han llegado al mercado interno.
La relevancia de esto último aumenta por la contracción que se observa en la industria de Estados Unidos y los efectos adversos que ello tendrá para México.