El agravio que sufren quienes tienen alguna discapacidad no se queda ahí: Solo 40 de cada 100 personas mayores de 15 años de ese grupo participan en actividades económicas, evidencia de una segregación en un primer nivel: El acceso al empleo. Es por esto que vale la pena redirigir la mirada hacia la industria de dispositivos médicos en el país.
Para David Eliseo Hernández Díaz, quien a los 17 años recibió el diagnóstico de osteosarcoma, un tipo de cáncer que afecta a los huesos y por el que fue necesario amputarle la pierna, una de las mayores preocupaciones era lo que esto significaba para su futuro.
Más allá de las proyecciones de la Secretaría de Economía que estiman una tasa media de crecimiento anual de 6.2% rumbo al 2020, la importancia de esta tecnología de dispositivos médicos se encuentra en las posibilidades que otorga a los pacientes tanto en su salud inmediata como en su calidad de vida y productividad, pues, en suma, sirve como una alternativa terapéutica que disminuye en 15% la tasa de mortalidad, 25% en discapacidades y hasta 56% en días de hospitalización.
Es decir, la disponibilidad de dispositivos médicos, la mejora constante de estos mismos y la capacitación en su uso garantizan la autosuficiencia de uno de los sectores más vulnerables en el país, al tiempo que aumenta el dinamismo económico de toda la región, lo cual a su vez tiene efectos positivos en el desarrollo social e individual de estas personas.
Precisamente eso fue lo que entonces ocurrió con Eliseo Hernández: Se convirtió en atleta paralímpico. Conseguir su prótesis fue el primer paso para lograrlo y desde entonces se ha dedicado a motivar a otros a partir de su experiencia. Se trata de una autorrealización cuyo impacto no se queda en lo personal, sino que genera resultados en lo social.