(Expansión) - Hace varios años uno de mis grandes maestros me enseñó un ejercicio que repito todas las noches con mis hijos y especialmente lo hago a conciencia cada fin de año: Reflexionar qué hice bien, qué hice mal, qué aprendí y qué puedo mejorar. En esta ocasión la opinión que me permito compartir es una reflexión en ese mismo sentido sobre el rumbo de México.
2019 ha sido un año complejo, caótico, contrastante, violento, lleno de miedo, incertidumbre, intolerancia, impaciencia, nerviosismo, y muchos otros sentimientos que claramente han provocado daños en los mercados, la seguridad, el medio ambiente y la calidad de vida.
Varios economistas señalan que la incertidumbre y el bajo crecimiento en 2019 se deben en parte al cambio de administración, pero mientras en otros países eso significa un relevo de algunos de los primeros 2 ó 3 escalones de la administración pública, en México ha significado cambio de estructuras que han derivado en falta de Estado de derecho, inseguridad, cero crecimiento, etcétera.