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Cultura digital fiscal: clave para lograr mayor competitividad

Lo mínimo deseable sería que las empresas estuvieran al mismo nivel de la autoridad en términos de adopción de nuevas tecnologías, opina Adriana Rodríguez.
dom 01 marzo 2020 07:00 AM
Cultura digital fiscal - fiscalización - recaudación digital - tecnología
La adopción de una cultura digital fiscal implica la capacitación del personal e inversión en nuevas tecnologías, apunta Adriana Rodríguez.

(Expansión) – A través del proceso de digitalización de trámites y procesos que inició el Servicio de Administración Tributaria (SAT) desde hace algunos años, la autoridad fiscal ha incrementado sus capacidades de procesamiento y análisis de datos.

En contraste, los contribuyentes han adoptado una postura reactiva, lo cual ha puesto de manifiesto la falta de “cultura digital fiscal” con un impacto directo en la función fiscal de las compañías.

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Lo mínimo deseable sería que las empresas estuvieran al mismo nivel de la autoridad en términos de adopción de nuevas tecnologías; sin embargo, los contribuyentes aún se encuentran varios pasos atrás en esta materia.

Es común encontrar resistencia al cambio en las organizaciones. Entre otros, el desconocimiento de las tecnologías, el nivel de inversión para la implementación de estas–aunque con el paso del tiempo está visto que los costos disminuyen– y el cambio en los procesos, son parte de los obstáculos en el camino a la adopción de una cultura digital fiscal.

No obstante, en los últimos años ha sido evidente que la utilización de nuevas tecnologías en la función fiscal y, en general, en la operación de las empresas, conduce a incrementar su competitividad.

Es importante mencionar que la implementación de nuevas tecnologías, que la autoridad fiscal ha llevado a cabo en los últimos años, también se puede aprovechar en beneficio de las empresas. El cúmulo de información emanada de un comprobante fiscal y complementos de pago pueden ser utilizados para automatizar procesos sólidos de cumplimiento y planeación fiscal e incluso utilizar dichos datos en beneficio de otros departamentos como mercadotecnia, ventas, adquisiciones y contabilidad, entre otros.

Lo anterior será posible siempre y cuando se incorporen nuevas tecnologías a los procesos existentes para la recolección, procesamiento y análisis de datos.

Este escenario de avance en materia tecnológica supone también un reto para profesionales contables, financieros y fiscales –quienes ya sufren las complejidades de su campo de estudio por el constante cambio de las leyes y regulaciones–, porque deben estar al tanto de nuevas tecnologías y herramientas para el Business Intelligence o análisis de datos.

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Por lo tanto, la adopción de una cultura digital fiscal implica la capacitación del personal e inversión en nuevas tecnologías, con base en una visión que considere el escenario actual y futuro, así como la colaboración de la función fiscal con otras áreas de las empresas.

Si bien la autoridad fiscal ha logrado un avance tecnológico importante –lo que en su momento requirió varias modificaciones en la legislación fiscal–, cierto es que sería ideal que dicha evolución permita facilitar aún más el proceso de cumplimiento fiscal; es decir, se debe simplificar la preparación de declaraciones y disminuir la obligación de presentar declaraciones informativas o de presentación de contabilidad electrónica.

Adicionalmente, la adopción de nuevas tecnologías podría facilitar la detección de operaciones simuladas, lo cual es parte de los objetivos centrales anunciados por las autoridades fiscales en la presente administración.

Por otro lado, el avance tecnológico también podría contribuir a incrementar la base de contribuyentes a través del combate a la informalidad, facilitando el proceso de cumplimiento fiscal y la utilización de procesos para la incorporación de dichos contribuyentes al mercado formal.

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En términos generales, el proceso seguido por las autoridades fiscales para la adopción de una cultura digital ha permeado en la operación de las empresas a través de procesos más eficientes de fiscalización y, aún más relevante, proporcionando una plataforma que genera un gran volumen de datos que, en las manos adecuadas, representa una oportunidad para optimizar la operación de las empresas y mejorar su competitividad.

Nota del editor: Adriana Rodríguez es Socia de Tax Reporting & Strategy en PwC México. Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente a la autora.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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