Lo mínimo deseable sería que las empresas estuvieran al mismo nivel de la autoridad en términos de adopción de nuevas tecnologías; sin embargo, los contribuyentes aún se encuentran varios pasos atrás en esta materia.
Es común encontrar resistencia al cambio en las organizaciones. Entre otros, el desconocimiento de las tecnologías, el nivel de inversión para la implementación de estas–aunque con el paso del tiempo está visto que los costos disminuyen– y el cambio en los procesos, son parte de los obstáculos en el camino a la adopción de una cultura digital fiscal.
No obstante, en los últimos años ha sido evidente que la utilización de nuevas tecnologías en la función fiscal y, en general, en la operación de las empresas, conduce a incrementar su competitividad.
Es importante mencionar que la implementación de nuevas tecnologías, que la autoridad fiscal ha llevado a cabo en los últimos años, también se puede aprovechar en beneficio de las empresas. El cúmulo de información emanada de un comprobante fiscal y complementos de pago pueden ser utilizados para automatizar procesos sólidos de cumplimiento y planeación fiscal e incluso utilizar dichos datos en beneficio de otros departamentos como mercadotecnia, ventas, adquisiciones y contabilidad, entre otros.
Lo anterior será posible siempre y cuando se incorporen nuevas tecnologías a los procesos existentes para la recolección, procesamiento y análisis de datos.
Este escenario de avance en materia tecnológica supone también un reto para profesionales contables, financieros y fiscales –quienes ya sufren las complejidades de su campo de estudio por el constante cambio de las leyes y regulaciones–, porque deben estar al tanto de nuevas tecnologías y herramientas para el Business Intelligence o análisis de datos.