Un posible punto de partida es pensar si realmente la refinería de Dos Bocas es rentable, si la construcción del Tren Maya debe seguir, o si la construcción del nuevo aeropuerto en la base militar en Santa Lucía es lo adecuado; es momento de elaborar y ejecutar verdaderas políticas públicas que estén a la altura de la situación mundial y nacional.
Contrario a lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador dice acerca de la fortaleza de las finanzas públicas de México, los indicadores “tienen otros datos”, incluso antes de haber llegado al clímax de la pandemia. Muestra de ello son los bajos precios del barril de petróleo.
Datos publicados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo, a inicios del mes de marzo, muestran que el barril rondaba los 51.65 dólares y para el 23 de marzo se fijó en 24.72 dólares, es decir casi un 48 por ciento menos. Este componente es fundamental debido a que parte de los los ingresos federales se fijan por el precio del barril, que para este año se había establecido en 49 dólares.
Otro elemento es el tipo de cambio, que ha sufrido fuertes variaciones en contra de nuestra moneda, alcanzando niveles históricos por encima de los 25 pesos, en contra de los 19.77 pesos a inicios de mes. Esta situación es delicada en varias vertientes, pues influye en las compras que hace el gobierno federal en el extranjero (la gasolina, por ejemplo). Por otro lado tenemos el incremento en el costo financiero de la deuda, ya que al subir el dólar nuestra deuda automáticamente aumenta.
Un indicador más es la recaudación fiscal, ya que se prevé una fuerte caída por concepto de impuestos, especialmente dos: el Impuesto sobre la Renta y el Impuesto al Valor Agregado, ambos ligados actividad comercial.