(Expansión) – El avance del COVID-19 a la categoría de pandemia magnificó su impacto. De ser un problema de salud se ha convertido en una crisis económica y empresarial de gran envergadura, y dio origen a escenarios excepcionales a los que individuos y organizaciones han tenido que adaptarse rápidamente.
Por un lado, la población se ha visto obligada a permanecer en casa y trabajar de manera remota, práctica a la que muchos empleados no estaban habituados y que puso en riesgo su productividad y motivación.
Por su parte, las empresas han tenido que gestionar de manera distinta a su capital humano, proporcionarles las herramientas en línea adecuadas para realizar su trabajo, establecer flujos de comunicación continuos y mantener la operación crítica del negocio.
Todo sin perder de vista a sus clientes, a quienes deben seguir ofreciendo los productos y servicios necesarios, así como los altos niveles de atención a los que están habituados.
Si bien el escenario creado por el COVID-19 plantea complicados retos operativos y laborales, también ha acelerado la transición al trabajo remoto (home office), fortaleciéndolo sobre la marcha y gestionando a la organización como un negocio digital.
El home office no significa simplemente que los colaboradores se lleven su laptop a casa y se conecten a los sistemas de la empresa para hacer su trabajo. Va mucho más allá: demanda, sobre todo, contar con directrices claras, procesos sencillos y un seguimiento eficaz, así como confianza mutua (empresa/empleado), donde se favorezca la interacción de apoyo de manera virtual.
En este sentido, para que una plataforma de teletrabajo sea altamente efectiva, contar con comunicaciones óptimas e incorporar nuevas herramientas se vuelve fundamental; debe también ser lo suficientemente flexible para adaptarse a nuevas formas de laborar y promover la responsabilidad individual de cada persona.
Para fortalecer dicha plataforma, actuar como un negocio digital y afrontar la crisis sanitaria actual, las organizaciones pueden actuar alrededor de cinco componentes clave:
1. Plan de continuidad: cómo el negocio va a seguir prosperando bajo “the new normal”.
2. Plan de viabilidad: qué estrategias son viables y pueden mitigar el impacto en los resultados.
3. Ejecución: planes de acción e implementación de procesos, herramientas y enfoques de trabajo en el nuevo contexto.
4. Continuidad de las operaciones: identificar los mecanismos que mantengan siempre en marcha los procesos operativos.
5. Proyectos de mitigación del impacto en el negocio (ganancias y pérdidas): para disminuir el impacto de la crisis se podrían considerar ajustes temporales de la capacidad, suspensión de proyectos no críticos y aceleración de la distribución digital.
Asimismo, es urgente incorporar procesos digitales de trabajo mediante la Inteligencia Colaborativa (IC), la cual facilita la recolección y ordenamiento del conocimiento, así como las energías distribuidas dentro las organizaciones, lo que, a su vez, favorece el liderazgo y la transformación.
Específicamente, a través de la IC los líderes empresariales pueden mejorar la calidad de la comunicación entre ellos y el resto de los miembros de la organización, y alinearla a los objetivos de negocio establecidos en el contexto del nuevo entorno.
OPINIÓN: Alejarte para conectar-te
Este componente es estratégico en el momento de adoptar el home office, especialmente para diseñar un modelo de funcionamiento operativo remoto que se adapte a las necesidades de los equipos, fortalecer la sensación de seguridad y diferenciar la incertidumbre de la falta de control.
Al manejarse como un negocio digital, apoyado en el trabajo a distancia, se recomienda a las empresas cubrir tres dimensiones clave.
La primera de ellas es la operativa, en la que se identifican los problemas reales o percibidos para proponer soluciones y recopilar alternativas eficaces para la operación y mejorar así el modelo de gestión y operación del home office.
La segunda es la función del líder, la cual se transforma para facilitar la operación diaria vía remota, y propone soluciones y alternativas para la nueva manera de ejercer su liderazgo.
La tercera es la mentalidad personal, en la que se trabaja estrechamente con los colaboradores para ayudarles a adaptarse a la modalidad de trabajo remoto, y transmitirles al mismo tiempo un sentido de responsabilidad y seguridad.
OPINIÓN: Igualdad, una de las lecciones de la distancia
Evidentemente, la pandemia del COVID-19 sorprendió a las empresas y las forzó a hacer un cambio radical e inmediato en su manera de operar y trabajar. Puso a prueba también su capacidad de respuesta y flexibilidad en momentos de crisis, y demostrar su nivel de madurez digital.
Nota del editor: Óscar Díez es Director General de Indra en México. Es Ingeniero Mecatrónico, por la Universidad de Valladolid (España), y ha sido profesor en el Instituto de Empresa Business School de España; donde impartía clases dentro de los programas de MBA. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
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