Estamos re-aprendiendo a tomar acuerdos, decisiones y, sobre todo, información que nos permita minimizar la propagación del virus. Este virus nos ha forzado a crear una nueva dinámica social en muchos sentidos y las empresas no están exentas de ello.
¿A qué me refiero? El ejemplo más fácil de explicar es el teletrabajo, ya que el enviar al trabajador a casa conlleva diferentes retos, no solo para ellos, sino también para los empleadores.
Y lo cierto es que la flexibilidad laboral se nos adelantó y nos tomó mal parados. Pocas organizaciones tenían como costumbre gestionar el trabajo remoto. La encuesta global sobre Impactos Laborales del Covid-19, realizada por Mercer, señala que el 75% de las firmas tenía una población del 25% o menor haciendo labores a distancia.
Encontramos que la barrera tecnológica es el primer reto al que se han tenido que enfrentar. Cosas tan básicas como tener a los colaboradores equipados para trabajar remotamente con equipo (laptops) y una conexión adecuada de internet, implicó una disrupción ante la continuidad del negocio. Sólo el 60% de las corporaciones ya contaban con laptops, o las tuvieron que proveer para ellos, el resto está solicitándoles que use su equipo de oficina (desktop) o personal.
El segundo reto es el de la conectividad y la capacidad de la VPN corporativa y sus accesos para proteger la data empresarial. Pocas compañías contaban con accesos para todos sus subalternos y han tenido que correr para contratar sistemas de seguridad, accesos adicionales y herramientas para el teletrabajo, intercambio de archivos y colaboración remota.