En el país, la abrupta disminución en el flujo de visitantes a todos los destinos está teniendo efectos que, en una primera etapa, se reflejan en la pérdida de empleos. Como se hizo público, de acuerdo con la Secretaria de Trabajo de México, en la segunda quincena de marzo desaparecieron 346,000 fuentes de trabajo formales, muchos de ellos en estados y regiones con un alto nivel de actividad turística. Se vuelve imperativo aplicar las medidas necesarias para lograr que la mayoría de las personas mantengan su modo de vida.
En nuestro mercado primario de turismo internacional, Estados Unidos, el “Departamento de Trabajo” recibió 6.6 millones de solicitudes de desempleo en la semana del 4 de abril, incluso con las medidas que se están accionando para mitigar la crisis; al igual que en México, la industria de la hospitalidad fue una de las más afectada.
Conforme pasen las semanas y la actividad turística no se reactive en nuestro país, a las empresas del ramo les será cada vez más difícil reiniciar operaciones por la falta de flujo de capital, de clientes y por los inexistentes incentivos fiscales y facilidades para cubrir compromisos en pagos contraídos.
Como referencia, el Congreso en los Estados Unidos aprobó el pasado 27 de marzo el “Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security Act” (the CARES Act), que incluye 2 trillones de dólares en apoyos financieros a ciudadanos, negocios y pequeños empresarios que han sido impactados por COVID-19.
Entre ellos, apoyos a empresas turísticas tales como: créditos en impuestos sobre la nómina, acceso a líneas de fondeo para cubrir los salarios de los empleados, préstamos de capital para continuar operaciones, asistencia directa a personas que pierdan sus empleos, descuentos en el pago de impuestos sobre los ingresos (ISR) tanto a personas físicas como morales, diferir obligaciones fiscales, entre muchas otras acciones de alivio para trabajadores, familias y empresas estadounidenses.