Hace apenas un par de semanas aún era posible preparar emergentemente tu negocio para blindarlo ante esta crisis económica mundial. Sin embargo, hoy las cartas están echadas y sí, empresario, si no te preparaste con un plan anticrisis, vas tarde. No basta con “bajar la cortina de tus instalaciones”, pedir comprensión o prórrogas porque, como versa el microcuento de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”.
Suspender operaciones hasta nuevo aviso o cerrar tu negocio no significa solucionar tus problemas; más bien, es una parálisis porque no sabes qué hacer. Ni tu cabeza puede estar en paro, mucho menos tu negocio. Es como el COVID-19: muchos dudan de su existencia, pero sí creen en el monstruo del lago Ness. El equivalente sería creer que reabrir hasta nuevo aviso es una estrategia de negocios y que hacerlo crecer de una manera sostenida, aún en medio de la crisis, no.
¿Existen oportunidades reales de sobrevivencia de negocios? Sí. ¿Y es real la posibilidad de crecer un negocio a pesar de esta fuerte crisis? Sí. ¿Cómo? Definitivamente, no mirando hacia el pasado. Lo primero que tienes que hacer es reconocer cuál es tu actitud empresarial en este momento:
1. “No sé qué hacer, voy a quebrar”,
2. “Cierro mientras pasa todo esto” o
3. “A partir de aquí es mi responsabilidad salvar y crecer mi negocio”.
Esta crisis acelerará lo inevitable. Si es inevitable que tú crezcas, crecerás porque te preparaste. Y si es inevitable que tú desaparezcas porque no estás alineado estratégicamente con tu negocio, temo informarte que desaparecerás. La crisis no hace ninguna distinción –como el COVID-19, que apunta a que se llevará primero a los que ya padecían un cuadro médico que comprometía su sistema inmunológico o tenían padecimientos anteriores–.