El Gobierno mexicano decidió continuar y profundizar la inversión en proyectos emblemáticos como Dos Bocas, pero cada peso que se destine hoy a estas obras será un peso que no estará disponible para apoyar a trabajadores. Mientras aquí se pretende destinar más recursos y reducir impuestos a Pemex, en Brasil y Chile se han aplazado o suspendido el pago de impuestos para pymes.
Los 2 millones de créditos de 25,000 pesos que plantea la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para pequeñas empresas familiares, no serán suficientes para incentivar el dinamismo económico.
Por su parte, los créditos personales y para vivienda no son productivos, no reactivan los ingresos y no generarán empleos. En contraste, Perú hará transferencias directas a hogares y dará crédito a empresas con un plan de reactivación que equivale al 12% de su producto interno bruto (PIB).
Esta Administración insiste en una idea mal entendida de la responsabilidad fiscal. La deuda en tiempos de crisis ofrece recursos para soportar los ingresos, empleos y al sector productivo. Es momento de que el Estado use su acceso al sector financiero internacional para ponerlo al servicio de las familias.
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El Gobierno federal debe pasar de un plan de responsabilidad fiscal inflexible a uno de responsabilidad social urgente. Esto lo entendió bien el Gobierno colombiano que ha solicitado préstamos internacionales por 11,000 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI) y 3,000 millones al Banco Mundial. Sin la contratación de deuda el plan de reactivación económica en México será tan pequeño que no detonará crecimiento.