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Educar en casa

Las madres y padres de familia necesitan establecer un referente ético que permita definir qué contenido consumir y qué competencias aprender, opina Rafael Campos.
jue 14 mayo 2020 11:58 PM

(Expansión) – La educación, desde la visión social, es un proceso en el cual se transmite cultura de una generación a otra y el cambio acelerado que se vive hoy transforma el paradigma. El proceso normal era simple, se tiene una necesidad, por ejemplo, formar a un ingeniero: se integra el conocimiento especializado en un currículum: matemática, física, expresión clara, entre otras materias; se ordenan los contenidos en un plan y tenemos un Ingeniero Civil.

El camino es por medio de la escuela, de ahí a la universidad y al final buscar trabajo. Hoy día, por motivos de preservar la salud, se rompe la rutina en la que por un lado los hijos van a la escuela, por el otro los padres van a trabajar. Esto lleva a que la madre, el padre y los descendientes se encuentren en un reto: oficina y colegio en casa en forma simultánea.

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Si a esto se le agrega que las personas tienen diferentes etapas de desarrollo cognitivo (Piaget), psicosocial (Erickson), emocional (Goleman), y con diferentes competencias tecnológicas el tema se eleva en complejidad.

El aprender y trabajar desde el hogar son dos procesos en los que la tecnología es clave. Se describe a continuación tres escenarios pasando de cero a un alto acceso en Tecnologías de la Información.

Pensando en el México sin acceso a TI, el escenario se centra en tareas con papel, lápiz, libro de texto gratuito y lo que está a la mano. En este espacio, la labor se enfoca en desarrollar competencias prácticas con tecnología de “pie descalzo”.

Por ejemplo: lectura de comprensión, expresión oral, seguir instrucciones, preservar alimentos, reparar la casa, inventar comida, cuidar plantas y animales entre otras. El maestro es hermano mayor, mamá y papá que enseñan al menor. La versión moderna es la Au Pair o tutor, que sin título, apoyan a los niñ@s en su desarrollo escolar.

El segundo panorama, además de lo anterior, agrega televisión y teléfono. Funciona la red nacional de televisión con el programa “Aprende en Casa” y el WhatsApp, por lo que la sinergia entre TV de gobierno y privada permite llegar al 78% del país. En esta modalidad, se establece un horario específico para ver las sesiones de clase por nivel, lo cual exige autodisciplina para que el niño o joven atienda la clase.

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OPINIÓN: Manteniendo la cordura durante el COVID-19

Se utiliza principalmente la exposición, demostración y ejemplos, pidiendo al estudiante aplicar y resumir. Las tareas asignadas resultan ser más complejas que lo explicado por el expositor, por lo que los padres tienen que buscar ordenar la vida de casa, del trabajo y de la escuela en simultáneo. El sentarse a la mesa para compartir historias y juegos, leer un poema, inventar un reto y preguntarse sobre los temas del día, son estrategias que educan. Estos dos escenarios de educación en casa es la realidad de una tercera parte de la población en México.

De acuerdo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), México tiene 74.3 millones de usuarios de internet en 18.3 millones de hogares (2019). Este hecho nos manda a la era del “aprendizaje escalable”. La tecnología permite videoconferencias y acceso a plataformas como aprende.org, Khan Academy, Ted Talk, Google Académico, YouTube Aprendizaje, y OpenCourseware de MIT o Cantabria.

La formación se transforma en interacción con los otros. Lleva a prepararse para un futuro en el que se pueden generar comunidades de enseñanza, juegos interactivos, videos cortos y expansión de fronteras sin salir de casa. Esta gran cantidad de contenido lleva a un desarrollo de cuatro habilidades necesarias para que el conocimiento se transforme en educación.

La primera es la agilidad mental. Esto lleva a una adaptabilidad permanente. Aprender de sí, de otro, de los otros. Se cambian los roles de maestro a alumno y viceversa. Esta es la actitud actual y permanente para la nueva sociedad.

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La segunda es una recreación constante. Actitud de entender qué requieren los hijos. En el trabajo, qué requieren los clientes y usar la imaginación para transformar los datos en valor para ellos. También exige una actitud para acompañar a los hijos en espacios en los cuales se enfrentan a una realidad común y vulgar de calle como en Twitch, Fortnite, y Tik Tok.

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La tercera es el administrar el factor red. Entre mayor sea el número de contactos, más se expande la posibilidad de relaciones y crecimiento. La cuarta, es una visión ética. El incremento en la comunicación, los espacios web y el livestreaming en el que se puede aprender DE TODO siempre debe de estar alineado a la moral de cada familia.

Educar y trabajar en casa implica el establecer un nuevo marco de estudio. La tecnología acelera el acceso a miles de espacios de datos, cursos, y conocimientos. Las madres y padres de familia necesitan establecer un referente ético que permita definir qué contenido consumir y qué competencias aprender. Esto dentro de un plan personal de cada miembro de la familia. De no ser así, se corre el riesgo de perderse en el océano de exceso de información.

Nota del editor: Rafael Campos Hernández es Rector Institucional de Aliat Universidades. Síguelo en LinkedIn . Las opiniones publicadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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