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El verdadero negocio de los combustibles

Existe la política de almacenamiento y tendrá mejoras continuas, pero deberá ser seguida a cabalidad en función de la demanda que tendremos en la próxima década, opina Ramses Pech.
jue 04 junio 2020 10:31 PM

(Expansión) – Este 1 de junio, que regresamos a la nueva normalidad, comenzamos a mover la economía y una parte fundamental que requiere atención inmediata es el almacenamiento de combustibles. En Estados Unidos y el resto del mundo este asunto ha estresado a las economías ante la contracción de la demanda.

Hoy la cadena del negocio de los combustibles no está en las estaciones de servicio, pues ha quedado demostrado que inicia y crecerá en función del almacenamiento. En México son necesarias más inversiones para la construcción de nuevas Terminales de Almacenamiento y Reparto (TAR), ante la terminación de la vida útil de algunas que pertenecen a Pemex y ante la contracción económica en los próximos meses, con un presupuesto reducido para la empresa en los siguientes años.

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Pero tanto Pemex como las empresas privadas interesadas deberían realizar las inversiones en función de:

- Creación de una red logística en México para optimizar los costos de distribución, la cual contribuirá a ofrecer precios competitivos y asegurar la excelencia operativa.
- Generación de empleo en México, incrementando la mano calificada.
- Proyectos de largo plazo para contribuir al fortalecimiento de la seguridad energética de México.
- Inversiones con empresas mexicanas como parte del negocio.
- Dar confianza a los consumidores al contribuir al eficiente suministro de combustibles en el país.

Hasta noviembre del 2019 había un total de 122 permisos de almacenamiento de petrolíferos, en los que la empresa del Estado actualmente cuenta con 78, mientras 44 son privados.

Al cierre del 2019 había alrededor de 70 proyectos de almacenamiento con capacidad nominal total de 45.5 millones de barriles e inversión total estimada de 4 mil millones 640 mil dólares focalizados en 22 estados.

Empresas como Ienova, Howard y Valero han apostado en invertir en México en almacenamiento y bajo una perspectiva de poder enviar combustibles desde sus refinerías y/o la compra del mercado internacional o nacional.

Hoy México tiene un mercado parcialmente abierto y con diferentes marcas. Como consumidores debemos de establecer y conocer qué compramos, debido a que cada comercializador o distribuidor vende sus aditivos para cada tipo de combustible en el proceso del mezclado en conformidad con las normas mexicanas.

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La entrada del T-MEC podría dar lugar a una disminución de aranceles en las importaciones de aditivos, petrolíferos y materiales que mejoren la calidad del combustible, así como dar acceso a patentes y adelantos tecnológicos que ayuden a mejorar el costo para el consumidor.

En el almacenamiento de combustibles hubo un pequeño incremento en la construcción de infraestructura nueva por parte de los privados, dando posibilidad de almacenar más combustible, el cual proviene en su mayoría de la importación.

El negocio de Pemex no está en las bombas de servicio, sino en la venta de combustibles en las TAR. Ante el COVID-19 se reafirma este concepto de mejorar la rentabilidad de la empresa en conjunto con el mercado. Con base en lo reportado por Pemex en abril, se observa una contracción del 48% en las ventas de gasolina de marzo a dicho mes, derivado de la reducción de la demanda nacional, que fue del 30%.

La crisis económica en México por el COVID-19 y sus consecuencias en el consumo de energía

Por lo tanto, la empresa del Estado deberá definirse: ser un refinador o un trader de productos petrolíferos, ante una mayor oferta que se tendrá en el mercado mundial y la necesidad de poder avanzar hacia nuevas reformulaciones en los combustibles, que permitan reducir costos en las refinerías y poder seguir siendo parte del mercado nacional.

El almacenamiento no significa construir un tanque en algún puerto o región a donde tenga acceso para llenar éstos. Tiene que ir más allá de la forma conceptualizada del negocio, de llevar o que se lleven los combustibles a centros de almacenamientos de comercializadoras o estaciones de servicio.

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Debe ir a una estructura armonizada entre las redes de logística actuales (ductos), transporte por ruedas, trenes y vías carreteras en una planeación de largo plazo, debido a que, de no entender el mercado de combustibles, podremos llegar a colapsar al tener una visión de corto a mediano plazo.

Existe la política de almacenamiento y tendrá mejoras continuas, pero deberá ser seguida a cabalidad en función de la demanda que tendremos en la próxima década y, con esto, dar al consumidor una mejor elección.

Nota del editor: Ramses Pech es analista de la industria de energía y economía. Es socio de Caraiva y Asociados-León & Pech Architects. Síguelo en Twitter como @economiaoil . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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